Superpoderes

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Me miro en el espejo. Me he puesto un vestido vaquero y unas sandalias, pero no me veo bien. Por una parte, me veo poco arreglada para conocer a los padres de Calum, por otra, demasiado arreglada para estar en mi casa. Me hago un semirecogido con una horquilla, después me lo quito y me dejo el pelo suelto. Voy a pintarme los labios, pero si lo hago no podré besar a Calum ni a escondidas, así que no me los pinto. Me veo fatal en el espejo, cuando escucho muy lejanamente el timbre. Salgo escaleras abajo tan deprisa como una bala. Cuando ya estoy llegando al salón y todo el mundo parece estar entretenido, escucho un pequeño grito a lo lejos. Pero nadie más se ha enterado.

Voy hacia él. Viene de la salita que tenemos al final del pasillo en la planta baja.
-¡Au! ¡Duele mucho!
Acelero mi paso y abro la puerta.

-¡Chicos! ¿Qué habéis hecho?

Mis primos gemelos de seis años estaban dentro y uno de ellos, tenía el dedo ensangrentado y estaba quejándose.

-¡Jack! ¿Como te has hecho eso?
-Se ha pillado el dedo con la puerta de la estantería. Sólo queríamos ese muñeco. -Me contesta el otro, casi llorando.
-Vale, no pasa nada. Ven que te cure, Jackie.

Cargo a mi primo en brazos y lo llevo al baño, que está justo al lado. Me acuerdo de que Calum tiene que estar al otro lado del pasillo, preguntándose dónde estoy. Lo siento encima del lavabo y se queja mientras le limpio la herida con agua oxígenada. El otro está abrazado a mi pierna con una triste expresión.

-No pasa nada, Jamie, no ha sido culpa tuya. -Le digo. Estos niños son como mis hermanos pequeños y siempre los querré como tal. Le pongo a Jack una tirita de Spiderman en el dedo y le doy un beso en la suave y pequeña mejilla. -Vamos, seguro que nos echan de menos.

Vuelvo a coger en brazos a Jack y Jamie se agarra de mi mano suelta.

-Siento llegar tarde, alguien se ha pillado un dedo.

Respiro algo más tranquila cuando veo que aun no se han sentado en la mesa. Aunque siento que se me va a salir el corazón por la boca. Mi tía, viene a por su hijo y se lo dejo. Veo a Calum a unos metros y no puedo reprimir una sonrisilla nerviosa. Él está igual que yo. Se le hacen unos hoyuelos en las mejillas y fuerza las cejas. Se ha puesto una camisa de cuadros roja y negra y unos jeans negros. Está guapísimo.

-¡Dani! -Me grita mi madre. Normalmente somos ocho en casa y es una locura. Hoy que somos doce, mi madre ni siquiera había notado mi ausencia. -Dani, esta es Joy. Te dije que éramos compañeras en el instituto.

-Encantada, Joy.

Me van a estallar los pulmones. La madre de Calum es una señora muy sonriente, como él, en realidad, se parecen mucho.

-Me han hablado mucho de tí.-Me responde estrechándome la mano. - Aunque no precisamente tu madre.

Sonrío, no sé que otra cosa puedo hacer. Que alguien me salve de este apretón eterno.

Me salva la voz de mi padre.
-¡Joy! Ven, os enseñaré a David y a ti la casa.
Voy hacia donde está Calum. Tiene las manos cogidas a la espalda.

-¿Como se supone que debo saludarte? -Me dice mirándome desde su altura.
-Haz lo que tú quieras.
-Si yo hiciera lo que quisiera, Dandelion...
-Hola, Calum Hood. ¿Qué tal?-le alargo la mano derecha para que me la estreche.
-Muy bien, señorita. Deslumbrado por su belleza. Permítame una pregunta, ¿hace usted algo para tener esas piernas tan sexis?

Hago el amago de contestarle con una muy buena respuesta pero mi madre me interrumpe.

-Daniela, ¿no vas a presentarnos?
-Sí, claro. Mamá, este es Calum.
-Encantado, señora.

Dandelion - Calum HoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora