Los cuatro elementos.

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-Gracias, Calum.

Sigo apoyada en su hombro, sujetándolo fuerte para que no se me escape. La canción acaba de terminar, y es perfecta. Nunca me cansaré de escucharla.

-No tienes nada que agradecerme. -Me dice, acariciándome el brazo.

Pasamos así un buen rato, relajados. Sus manos son extensiones de las mías. Ya no lloro, pero siento las mejillas tirantes de la sal. Calum suspira y yo le doy un beso en la mejilla. De alguna manera, se que está nervioso. Y sé porqué, los dos lo sabemos.

-¿Tenemos habitación? -Le digo para romper el hielo.
-Claro, la habitación de invitados. La he arreglado antes. He puesto sábanas y todo.
-¡Ala! - Exclamo bromeando. Me quedo un segundo más de la cuenta mirándole a los ojos, y después aparto la mirada. Mis ojos tienen que estar hinchados y rojos. Me arrimo más a él y lo beso lentamente. Sus manos ahora se posan en mi cintura y las mías en su cuello. No sé cuanto tiempo pasa- ¿Quieres subir arriba?

-No se puede subir abajo, Dandelion.

Pongo los ojos en blanco.

-No estropees esto, anda.

Saca todo el aire de los pulmones.
-Entonces, lo que me dijiste la noche del concierto. ¿Era verdad?
-¿La noche que casi te violo estando borracha?
-Sí.-Sonríe.
-¿Tú que crees?

Volvemos a besarnos y le muerdo el labio inferior. Me hace un gesto con la cabeza para que me levante y vayamos arriba. El cuarto está frío y vacío, hay poco más que la cama en toda la habitación. ¿Para qué decorar el cuarto de invitados? En una esquina, sin mesilla de noche, hay una lamparita enchufada en el suelo. Tiene la luz regulable y Calum la enciende a poco más que el mínimo. Apenas distingo sus facciones cuando viene hacia mí.

-¿Todo bien? -Me dice.
-Genial.

Me aferro a su cuello y sus manos viajan hacia mi cadera, apretándome contra él. El ritmo de su corazón va a estallar en cualquier momento. No sé muy bien lo que tengo que hacer, pero me guío por mi instinto. Clavo los dientes en su cuello, con cuidado, y él, pasa las manos de mis caderas, a mis glúteos, agarrándome con fuerza. Siento que voy a perder el control de un momento a otro. Voy a perderlo.

Calum vuelve a suspirar y hace el amago de quitarme la camiseta. Lo ayudo. Noto su mirada clavada en mi torso y voy hacia el botón de sus queridos pitillo negros. Sonríe de lado.

-¿Te hago gracia?-Le pregunto burlona.

Asiente y vuelve a suspirar.

-Calum, ¿cómo es posible que estés tú más nervioso que yo?
-¿No estás nerviosa?

Desabrocho el botón y sacudo la cabeza, negando. No estoy nerviosa. Para nada.

-No quiero que te arrepientas. Y tampoco quiero hacerte daño.
-No vas a hacerme daño, no seas ridículo.

Vuelvo a besarle el cuello y esta vez, se deja llevar. Escucho su respiración entrecortada y me separa del suelo. Envuelvo las piernas en su cadera y me entra la risa cuando me besa el cuello él a mi. Acabo tirada en la cama y le quito la camiseta, disfrutando del roce de su piel, de cada milímetro de su fisionomía. El resto de la ropa sale más fácilmente, aunque tiene problemas al quitarme el sujetador, le sudan las manos.

Sus manos cubren mi pecho sin pedirme permiso, cosa que me encanta. No puedo parar de sonreír, y sé que el momento no es para sonreír, pero estamos desnudos, uno encima del otro, y me parece gracioso. Calum desde arriba, me devuelve la sonrisa y roza nuestras narices. No tenemos problemas con los profilácticos, ya que Cal tiene más experiencia que yo. No hablamos, simplemente me mira y asiento, como dándole mi consentimiento.

Y ocurre.

Ya no sonrío, solo disfruto. Duele, pero ni mucho menos como me lo habían planteado. Siento que estoy en la cima del mundo, que puedo controlar los cuatro elementos. Podré sentir esto cada vez que cierre los ojos, podría escribir un libro entero de este momento tan efímero al que tan solo pertenecemos Calum Hood y yo. Siento confortabilidad, calidez. Como la brisa de verano en mis poros, penetrándome.

Literalmente.

Dandelion - Calum HoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora