Metáforas

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Semana número tres. Avión número dos. Vamos a estar en Nueva York el total de treinta y seis horas. Según los managers es el tiempo suficiente para aburrirnos de la ciudad. Yo lo único que creo es que voy a morir de sueño y de agobio.

Llevo todo el vuelo con "La cura mortal" de James Dashner abierto delante de mi cara, aunque en realidad solo he leído cuarenta y cinco páginas. No quiero que nadie me moleste. Noto como el asiento se mueve cuando una persona se sienta bruscamente a mi lado.

-Cerebrito:

-Estoy leyendo.

-Me da igual lo que estés haciendo, vas a hablar conmigo. A ver, esto de estar entre dos tíos, ¿os pasa a todas las mujeres o solo a las australianas?

-Yo no estoy entre dos tíos, Dan. Y no me hables así, esto no va contigo.

-¿No estás entre dos tíos? ¿Seguro? Porque yo he estado hablando con Luke y no parece pensar lo mismo, ¿sabes? Ademas, esto no va conmigo hasta que tocan a mis amigos, ¿sabes? Y Calum es mi amigo, Angel prácticamente mi hermana, ¿sabes?

-Deja de repetir "sabes" que pareces retrasado, Dan.

-¿ A ti que coño te pasa?

-Que no necesito otra persona que me recuerde todo lo que estoy haciendo mal. Y que no tienes ni idea de lo que estás diciendo. Calum es tu amigo, muy bien. Te aseguro que al menos en este avión la que más quiere a Calum soy yo. -Me doy cuenta de que estoy hablando quizá demasiado alto y demasiado cabreada para lo que exige la ocasíon. Pero estoy enfadada, y mucho. Me siento como una montaña de dados a punto de derrumbarse, y Dan ha puesto el dedo encima. Primera metáfora del día.- ¿Sabes?

-Vale. Avísame cuando vuelvas a ser normal.

Se levanta y hace el amago de irse pero tiro de su muñeca.

-No. Cuéntame qué te ha dicho Luke.

Cruza los brazos y me mira con el cuello alto y las cejas subidas. Ese gesto provoca que algo tire de las comisuras de mis labios hacia arriba, y se lo contagio a Dan.

-Pídeme perdón. -Me dice. Sacudo la cabeza.

-No. Tengo derecho a saber lo que te ha dicho Luke.

-Te lo repito: Pídeme perdón o nada.

Ni siquiera sé por qué estamos aguantando la risa. De verdad estaba enfadada, pero supongo que no puedo pelearme con él.

-No tengo nada de lo que arrepentirme.

-Me has tratado muy mal, cerebrito.

-Soy dos días tu esclava. Haré lo que tú me pidas.

-¿Lo que yo quiera?

-Sí.

-¿Seguro?

-Que sí, pesadilla, acepta antes de que me arrepiente.

-Bien.

Vuelve a sentarse, y yo justo después. Juega con sus dedos rítmicamente, como si estuviera pensándose mucho lo que va a decir.

-Dani, en serio. No debería hablar de esto. A él no le contaría lo que tú me dices a mi. Sin embargo, creo que deberías saberlo. Es que es raro. No sé.

-Dan, por favor, deja de divagar.

Me muero de intriga por dentro. No puedo imaginarme a Luke hablando con Dan de mi. Ni siquiera creo que esta situación tenga algo que ver conmigo. En el fondo me siento una mera espectadora de lo que es mi vida. Es como un espectáculo en el que Daniela actúa, pero su cerebro le abuchea desde la grada. No para de escuchar más y más abucheos y para ella es como un fetiche, porque sigue actuando sin miedo a que le tiren tomates. Metáfora número dos.

Dandelion - Calum HoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora