Durmiendo

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Muevo los pies calientes bajo el edredón. Aún sin abrir los ojos, se me vienen las imágenes de Calum besándome en mi jardín, del contraste de nuestra piel, de su sonrisa permanente. Me desperezo y veo la luz que entra por mi ventana redonda. Una luz amarilla que deja un círculo en mi suelo de madera. Gracias a Dios no tengo que ir hoy al instituto, si no me moriría. Entro en la ducha sin hablar con nadie y cuando salgo, aun con el pelo mojado, me topo de frente con mi madre, de brazos cruzados.

-¿Sabes qué hora es?-Me dice.
-Me has asustado, mamá... Yo que sé, ni siquiera he mirado el reloj.
-Las dos y media de la tarde.
-Uy...
-¿Uy? ¿A qué hora llegaste anoche?
-Tarde, mamá, lo siento.
-A las dos y media, llegaste a las dos y media y entraste a las 3 y media.

Siento mi corazón ir a mil por hora, cual pelota de baloncesto en mi pecho. Pero no he hecho nada malo.

-Mis compañeros de clase llegan a casa más tarde, mamá. ¿A qué hora querías que llegara?
-Siéntate.

Entramos de nuevo en el baño y me siento en la tapa del vater, mi madre al filo de la bañera. "Siéntate" es lo peor que me puede decir.

-No es cuestión de hora, Daniela. Es que no me has mentido nunca, y ahora me estás mintiendo. ¿Te da vergüenza hablar conmigo de chicos? Porque sé que te estás viendo con un chico. Y no me lo has contado.

Sacudo la cabeza mirando hacia el suelo sujetándome el tabique de la nariz. Quiero decir muchas cosas y no me salen. Estoy frustrada. Mi madre es por naturaleza, sobreprotectora e irritablemente sensible. Desde pequeña he tenido la menos libertad posible, y no le guardo rencor, porque es una buena madre que quiere mucho a sus hijas. Pero ahora quiero libertad, la exijo.

-Es que no lo entiendo-Prosigue. -Yo creía que confiabas en mi.
-Eres tú la que no confía en mi, mamá, nunca lo has hecho. Yo siempre he sido buena, te lo he contado todo y aún así, nunca has creído en mi. -Mi madre pone cara de sorpresa y dramatismo cuando exploto.- cuando tenía ocho años me caí jugando a la pelota y me rajé la cara. Te lo conté tal y como pasó pero tu creías que me había pegado un niño. Te lo dije una y otra vez y al final, ¿qué pasó? ¿Te acuerdas? Tuviste que dejarme en evidencia yendo a hablar con el director para descubrir quién me había pegado. ¿Quieres que siga? La primera vez que salí con una amiga. Iba al quiosco de la esquina comprar golosinas. Tenía once años, la edad de Nikki. Tuviste que llamarme a mitad de camino para ver si seguía viva. "Estoy bien, mamá, solo vamos al quiosco" te dije, y, ¿te acuerdas de lo que me contestaste? "¿No me estarás mintiendo, no?"
-Daniela, yo...
-Más un sinfín de esas escenas. Podría seguir todo el día. ¿Qué hubieras hecho si te llego a contar ayer que voy a salir con un chico?
-Seguramente, no hubiera hecho nada.
-Eso lo dices ahora, porque ya ha pasado. No me hubieras dejado ir.
-Intenta entenderme, solo quiero lo mejor para ti. No quiero que te equivoques, no quiero que te hagan daño.

Mi madre está roja y puedo observar que tiene un nudo en la carganta, el cual me contagia a mi. Ahora viene el momento en el que, o ella me hace daño a mi, o yo a ella. Mi cabeza, sin que yo la maneje, decide adelantarse.

-Llevo diecisiete años intentando ser la mejor hija del mundo, pero no soy perfecta, mamá. Yo también tengo un límite. Y te entiendo, eres madre y solo quieres lo mejor para mi. Pero si no me equivoco, ¿como voy a aprender?

Salgo pitando del baño para evitar ponerme a llorar sin razón, y vuelvo a subir a mi habitación. Se me resbala una lágrima de impotencia que aparto de mi cara bruscamente y me pongo a mirar por la ventana los techos inclinados de los vecinos. Dentro de mi cabeza hay un increíble sabor amargo, como el primer café que tomé con Calum.

Calum.

Instintivamente miro la pantalla del movil.
"Llamadas perdidas"
Tecleo y respiro hondo para que no se noten mis ganas de llorar. A las pocos segundos, Calum me contesta con un ruido como diciendo hola, pero dudo que esté abriendo la boca.

-¿Estás dormido? Si me acabas de llamar. -le digo.
-No estoy domido, estoy durmiendo.
-Porque no es lo mismo estar jodido, que estar jodiendo.

Nos reímos. Ya no hay tanto sabor amargo.

-¿Quién dijo eso?-Me pregunta curioso.
-Camilo José Cela.
-Cierto, me lo enseñaron en el instituto.

Suspiro.

-¿Estás bien?-Me pregunta. ¿Cómo ha podido adivinar que me pasa algo?
-Sí, sí, estoy bien.
-¿Seguro? ¿He hecho algo mal? Si te he hecho una broma que no te ha gustado, lo siento. Hago demasiadas, lo admito y...
-Calum, calum, para. No es por ti...
-Espero que no venga un "es por mi" ahora porque todavía no hemos empezado a salir y ya estás cortando conmigo.
-¡Qué no estoy cortando contigo! -Me siento rara al decir eso porque no me había enterado de que hubiese una relación.- Me he peleado con mi madre porque se ha enterado que anoche fui contigo a...
-¡Entonces si es por mi!
-¡Hood! Deja de interrumpirme.
-Perdón.
-Una cosa ha llevado a la otra y, al final, nos hemos acusado de todo. Ni siquiera sabe tu nombre.
-Pero,¿Se lo vas a contar?
-No sé que es lo que tengo que contarle.
-No sé, dile lo guapo que soy, lo bueno que estoy... Mejor que te saltes la parte de los tatuajes.
-Para mi madre tendría que saltarme la de los tatuajes, la de la guitarra, la de las fans, el grupo, los estudios... Creo que va a ser un poco excesivo.
-Soy un buen chico.
-¿Por qué quieres que le hable a mi madre de ti?
-Por que se va a aburrir de verme.
-Qué romántico.
-¿Eso es ironía?
-No lo tengo muy claro.

Escucho la risa hueca de Calum al otro lado del movil. Yo me quedo callada unos segundos, respirando el olor de mis sábanas, fingiendo que huelen a él.

-¿Hola?
-Si, sigo aquí.

De repente, la trampilla que lleva a mi cuarto se abre. Me olvidé de cerrar el pestillo. Es mi madre.

-Te tengo que dejar-Susurro- hasta luego.

Me da pena colgarle así, pero tenía que hablar con mi madre.
-¿Era él?-Me pregunta. Yo me limito a asentir. -prometo no enfadarme, y dejarte hacer lo que tú quieras. Pero cuéntame al menos cómo se llama, por favor.

Me enternece la manera en la que me lo pide, y me da miedo contárselo, pero no me queda otra. En el fondo hasta me apetece, porque sólo quiero hablar de él. Le hago una señal para que se siente a mi lado.

-Se llama Calum- comienzo- Calum Hood.

Dandelion - Calum HoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora