Polisíndeton

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La última vez que viajé en avión fue a Sydney. Mis padres y yo vivíamos en Melbourne, pero tuvimos que irnos a Sydney. Me pareció un infierno porque el avión no paraba de moverse, había mucha gente y encima mi madre estaba embarazada de Nikki. El viaje duró poco mas de hora y media, pero se me hizo eterno. Por aquellos entonces, yo no sabía leer, como es lógico, tenía 5 años. Pero ya hacía historias: dibujaba, tenía un amigo imaginario llamado Ted y me tomaba muy en serio las reuniones que Barbie tenía con sus compañeros Oso Amoroso y Action Man.

En este vuelo, sin embargo, el avión no se mueve, podría estar con los brazos y las piernas todo lo estirados que yo quisiera y como mucho le daría un puñetazo sin fuerza a alguno de los chicos. Y sí, sé leer. Me estoy leyendo el segundo libro. El avión parece más un tren, tiene sillones uno en frente de otro separados por una mesa. Estoy tirada en uno de ellos y la polipiel se me pega en los brazos, aunque estoy tan metida en la historia que no me doy cuenta. De fondo, escucho el motor del avión y a Ash jugando a las cartas con Michael. Digo que escucho a Ash porque solo escucho a Ash, Mike apenas abre la boca. Calum me baja de la nube literaria.

-Ey, Dandelion. No te he visto en cuatro horas.

-¿Cree en el destino? ¿Que incluso los poderes del tiempo pueden alterarse por un solo propósito?, ¿Que el hombre más afortunado que pisa esta tierra es aquél que encuentra... el amor verdadero?

Suspiro, sin apartar la mirada del libro.

-Vale, no me he enterado de la prengunta.

Me río y lo beso. Entonces me doy cuenta de que no lo había visto en cuatro horas.

-¿Qué lees?

-¿En serio, Calum? Drácula. ¿No te lo mandaron en el colegio?

-Probablemente.

-Exijo que te lo leas.

-¿Y si no qué?

-Puedo castigarte de muchas maneras.

Se ríe y me mira, quedándose con una sonrisa estúpida en los labios.

-Quiero casarme contigo.

Abro mucho los ojos.

-¿A qué viene eso?

-¡Uh! ¿Miedo al compromiso?

-Eres un inconsciente. Igual que con los tatuajes. No puedes saber que quieres casarte conmigo, tiene dieciocho años.

-¿Qué tienen de malo mis tatuajes? Siempre estás igual.

-No te enfades, pero ya te arrepentirás.

-¿Y qué? Mejor arrepentirte de hacerlo que de no hacerlo. Imagínate yo de viejo pensando: debería haberme hecho un tatuaje cuando era joven. Es mucho mejor pensar: era un niñatillo estúpido y me hice nueve tatuajes.

-¿Nueve?

-Sí, cuando llegue a nueve pararé. Nueve chicas, nueve tatuajes.

-¿Y si llegan a ser diez chicas?

-Me han dado follow limit.

-Ya recuerdo por qué me enamoré de ti.

-¿Por qué fue?

Me acerco mucho a su cara y entrecierro los ojos.

-Nunca lo sabrás.

Hace el mismo gesto con la cara que yo e intenta besarme, pero me aparto, burlándome de él.

-¡Calum! -lo llama Luke desde lejos- Ven.

Me señala en el pecho con el dedo índice.

-Me las pagarás. Estaré ahí cuando menos te lo esperes.

Dandelion - Calum HoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora