Inicio

22.6K 1.6K 191
                                    

He pasado toda la tarde en Nueva York y ahora vuelvo a estar en la habitación de Dan, con las maletas hechas justo delante de mi. Para encontrar la solución más rápida decido mandarle un mensaje de texto a mi acosadora personal, mi amiga Mac.

"Hola, pequeña hacker. ¿Me harías un favor bastante grande?"

"Y sería un honor bastante grande." -Me contesta al momento.

"¿Sería posible reservar plaza para el próximo vuelo a Sydney? Estoy en Nueva York. "

Tarda cinco minutos en contestarme. Mientras tanto saco una botella de agua del mini bar de Dan y unas galletas.

"El próximo sale en media hora y está todo lleno. Si quieres puedo anular un billete y ponerlo a tu nombre, pero creo que es ilegal."

Realmente me asusta que lo diga en serio.

"No, ese no, el siguiente. " Le contesto. Salgo a la pequeña terraza de la habitación y dejo las galletas abiertas en la mesita para coger poco a poco.

"El siguiente con asientos libres sale a las cinco de la mañana. ¿Te vale? No hay otro más temprano. Te mando el enlace para comprarlo, solo tienes que meter tu número de cuenta y ya lo tienes. Tranquila, como siempre, no se lo diré a nadie. "

"Mil gracias por todo, Mac. Ojalá vuelva a verte algún día."

De lejos, estoy escuchando la voz de Dan discutir con alguien. La gran mayoría de los hoteles que he pisado tienen las paredes hechas de algún material tan aislante como el cartón, gracias a eso puedo adivinar que los chicos ya están aquí. Y ahora sé que es Calum con el que viene discutiendo.

-Te digo que no está aquí. -Escucho decir a Dan tras la puerta- Vete a tu maldita habitación y deja de acosarme.

-Venga ya, Dan. No me tomes el pelo, sé que está ahí.

Mete la llave y abre la puerta.

-Aquí no está. -Repite Dan de espaldas a mi, que estoy en la terraza. A Calum, sin embargo, lo veo de frente.

-¿A no? Pues esa a mi me parece Daniela. ¿A ti qué te parece?

-¿Daniela? No, no es Daniela. Quizá el monstruo de las galletas. -Dice y me guiña un ojo. Le sonrío muy levemente.

-Piérdete, Dan. Ve a hablar con Angel, que le hará falta.

Solo con escuchar el nombre de Angel en los labios de Calum hace que me sienta rara; celosa, tal vez. No estoy segura. Dan batallea un poco para evitar dejarnos solos, pero al final se va. Me apoyo en el balcón y miro los rascacielos hasta que noto a Calum a mi lado, en mi misma postura. Noto su calor y miro una vez más los tatuajes de su brazo.

-Que conste que yo no le he dicho a Dan que me esconda. -Digo en voz baja evitando el contacto visual con Cal.

-Ya, es que no quería que hablara contigo.

Volvemos a crear una atmósfera oscura en un minuto de silencio. Pagaría por saber que ronda por su cabeza.

-Entonces -me dice-, ¿te vas?

-Sí. -Susurro con el nudo en la garganta. Él simplemente asiente.

Mi confraternidad con las palabras no llega hasta el punto de poder explicar la pesadumbre que siento dentro. Cuando conocí a Calum creí que era imposible que dejara de sonreír, y ahora nadie sabe cuanto extraño su sonrisa. Nadie sabe lo culpable que me siento porque ya no esté ahí. No puedo evitar que se me escapen las lágrimas aunque no solloce.

-Por favor, deja de llorar.

-Lo intento, Calum, lo intento. -Le digo pasándome el pulgar por los párpados. Él tensa la mandíbula y seguimos sin mirarnos a la cara, hasta que llega un momento en el que le da un manotazo a la baranda y me mira.

Dandelion - Calum HoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora