Díselo a la Luna

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Era oscuridad. Una noche oscura.
La Luna brillaba como si quisiera explicarme algo. Y yo era aquella niña arropada en la cama que la escuchaba.

Parecía no tener sueño. Decidida a dejarme llevar por el camino mágico que dejaban las estrellas. Tentada a mirar hacia la vertiginosa altura en la que me aventuraba con cada paso.

Te cogí la mano. Mire hacia atrás. Y hacia adelante.

Convenciendome de la realidad de lo fantasioso que sonaba todo aquello.
No tenía miedo. Era más bien, desesperación. Por llegar.

Sólo un poco más.

Una palabra.
Un paso.
La brisa de la Luna.
El amanecer poniéndose.

Yo corriendo hacia el horizonte.
Y frene. En seco.
Seguí mi instinto. Y no evite el muro. Fui directa hacia él. Como el pin de nevera que se siente atraido por el metal.
Fue duro. El golpe.
Las rodillas rapadas.
Un par de heridas en los antebrazos.

Y el reloj anunció las 12. El carruaje se convirtió en calabaza y la vestimenta en sucios trapos.

Te cogí la mano. Mire hacia atrás. Y hacia adelante.

Entonces lo entendí todo. El destino es caprichoso. Tienes que hacer una elección.

Te elegí a ti.
La Luna podía esperar.

Lágrimas De LluviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora