No espero que me cuentes cuál es tu canción favorita.
O cual sería la banda sonora en el día de tu boda.
No espero que me digas que soy lo más bonito del mundo.
Que nunca me vas a dejar porque soy especial.
No espero que me regales nada el día de San Valentín. Ni presentarte a mi familia en Nochebuena.
Tampoco espero que me vengas a buscar al salir de una discoteca. Ni que preguntes si ha habido algún problema.
No espero que subas una foto conmigo subida a caballito. Ni que me agarres de la mano cuando paseamos por la calle.
No espero que me peines una trenza mal hecha. Ni que me acompañes a la playa un domingo.
No espero levantarme y que dos manos pequeñas me rodean la cara mientras me susurran " mama". Y tampoco que me lleves el desayuno a la cama.
De hecho. No espero nada. No te pido nada.
Sólo que estés a mi lado. Y si no quieres hablar. No hablaremos.
No espero un para siempre. Ni un hasta la muerte.
Solo espero un por ahora. Contigo.
Y
si no estás de acuerdo con nada de esto. No firmes.
Yo tampoco te lo he pedido.
Y si estás de acuerdo.
No esperes mucho a (no) pedirme ser parte de tu vida.
Quien sabe. Puede que yo te deje entrar en la mía.
Eso sí, sin pedirtelo.
