Me pides a gritos que vaya.
Que corra.
Que cierre la puerta y no me vuelva.Te miro a los ojos.
Ahí estas.
En el portal de la que una vez fue nuestra casa.
Oliendo a toritas quemadas.Tus mejillas empapadas me recuerdan lo bonito que era descansar en ellas.
Tus hoyuelos no están pero tengo la receta mágica para que salgan.Un, dos, tres.
Cuento mentalmente los segundos que nos quedan.
Ahí estas. De pie. En medio del portal en el que un día nos dimos nuestro primer beso.
Tienes las manos quietas y se que no hay vuelta atrás.Tu pelo cae en cascada sobre tus hombros y es imposible pasar por alto esos tirabuzones de no habertelo peinado.
Estas preciosa.
Tengo ganas de decírtelo. Pero no me atrevo.
Hay mucha distancia y las palabras tropezarian por el camino.Te sigo mirando.
Como si fuera mi última oportunidad para hacerlo.
Como si mis ojos quisieran retener esa imagen por mucho tiempo.Tu nariz respingona ha subido de color.
Tienes frío.
Será mejor que entres.
Aunque aún no quiero.Agarras los puños de las mangas y apoyas todo tu peso en el pie izquierdo.
Tienes miedo.
También yo lo tengo.Hablas. Pero desde aquí no logró escucharte.
Leo tu mirada. Sé lo que dices.
Llegó el momento.Cierras la puerta y yo ya no me vuelvo.