Querer gritar en tantas palabras que no alcanzarian en una dina 4; que te echo de menos.
Y seguir gritando en palabras que no piensan abandonar los labios.
Crear filosofia. En la que crees y no ves.
Dibujar mundos imaginarios. Donde no hay días malos. Ni buenos. Sólo días a tu lado.
Y hablando de la existencia humana, que a veces no entendemos. El querer decir todo y no susurrar nada. Por miedo. Porque siempre acaba reduciéndose a eso.
Miedo a enfrentarnos al hecho de que nos queremos. Tanto que duele, que asfixia, que ahoga. Y que soga tan bonita la del corazón.
Y aunque sigamos buscando el remedio,
en tarots de brujas,
en casas ajenas,
en personas desconocidas.
Vuelve a buscar la respuesta en mi boca, que los labios del otro callen todo aquello que no decimos.
Y si después sobra el tiempo,
ya buscaremos más versos.
De momento. Saltemos por la tirolina de lo que los mediocres llaman amor.
Que mientras la soga apriete, sabremos que estamos vivos.
O debería decir, que estamos amandonos.
