Fuiste buen profesor.
Me enseñaste que la tabla del zero también vale. Y que un corazón multiplicado por zero, es eso, zero .
Porque la cosa, a veces, tiene que ser de dos. No sé . Digo yo.
Fuiste buen profesor.
No me puedo quejar. Aprendí una buena lección.
Y es que con los ciegos también se puede jugar. Como tú te divertidas conmigo, por supuesto.
Tantos cardenales y aún ciega de amor.
Fuiste buen profesor.
Aprendí que de quien menos te lo esperas es el primero en la cola para clavarte un puñal.
Como tú, cobarde.
Que lo clavaste y fuerte.Aunque yo ya estaba lo suficientemente muerta como para no enterarme.
Fuiste buen profesor.
Me matricule en el odio. Por ti.
¿Y adivina qué ? Fui la mejor de mi generación. Incluso gané un Máster.
Aunque nada fue tan placentero como olvidarte.
Eso si que merecía las clases extraescolares.Fuiste buen profesor.
Me enseñaste a resolver problemas, pero no a ti. Que eras el mayor de todos.
Y al final resultaste ser más simple que una fracción mal hecha. O es que a mí se me daban demasiado bien. Los problemas, digo.
Fuiste buen profesor.
Porque, a pesar de todo, me enseñaste la lección más importante de toda mi vida; de capullos está lleno el mundo.
Y mira, debió tocarme la lotería aquel día. Porque mientras yo pensaba que eras la suerte de mi vida tu te empeñabas en arrebatarmela.
Y resultaste ser el capullo más grande.
Pero, ¿eh?
Gracias, profesor.