La algas y se sonroja. Le mandas un mensaje diciendo que estas mal y lo deja todo por buscarte. Donde sea.
Es de las chicas que leen y que jodidamente preciosa se ve cuando lo hace, con esas pintas de estar por casa que consisten en un moño recogido y una bata de lana.
No baja la cabeza cuando camina con sus amigas, pero te puedo asegurar que por dentro se siente inferior a ellas, como si fuera remotamente posible el hecho de que ella fuera menos que ellas. Como si no se lo creyera.
Es una chica sencilla, pero no del tipo que se queda en casa un viernes por la noche. Del tipo que sale de fiesta y aun con un vestido sencillo es la que más llama la atención en toda la puta discoteca. Y si supieras como me alegra. Porque cuando llegamos a casa, después de haber rechazado a todos esos chicos que babean, saltará encima de mí y me dirá; "te quiero". Y eso merece todos los celos de mierda.
No necesita un zapato de cristal para estar llena de magia. Por eso es mi propia princesa.
Dice que no le importan mucho los detalles, que no me gaste dinero, pero en su sonrisa ya llevo toda la hipoteca.
Bosteza por las mañanas y me llena mi almohada de rímel. Y aún así la sigo viendo perfecta.
Es tímida, de esas a las que nunca llamaron la atención en el instituto, y ese fue mi talón de Aquiles porque cuando la puerta se cierra y se apagan las luces es toda una fiera. Aún sigo con la boca abierta.
Tiene uno de esos tics preciosos que a las chicas con pecas les quedan tan bien y es que arruga la nariz cuando algo le molesta.
Y por mucho que me sigan diciendo que podría tener a alguien mejor. Yo seguiré contestando lo mismo; nadie es como ella.