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―Mi niña, entiendo que tu padre te haya entrenado para todo esto y que lo lleves bien. Es lógico, pero me preocupa más otra cosa ―Y aquí vamos otra vez.

― ¿Qué cosa? ―pregunté fingiendo desconocimiento.

Sabía perfectamente donde terminaría esta conversación y aunque me desagradaba un poco, también sabía que era la manera que tenía Annie de demostrar que se preocupaba por mí y de hablarme de las cosas que probablemente mi madre me hubiese hablado.

―Tu vida, linda. Tu vida personal.

―Oh, Dios, Annie ―Entorné los ojos― Hemos hablado de esto muchas veces ―reclamé exasperada.

―Lo sé, pero no todo en la vida es trabajo y oficinas.

―No, también hay empresas, transacciones, ofertas bursátiles ―ironicé.

―Karin ―intervino exasperada ella esta vez, con un tono reprobatorio y entornando los ojos, mientras yo trataba de ocultar una carcajada.

―De acuerdo, de acuerdo ―Me rendí― No más bromas. Conocí a alguien, ¿si? ¿Conforme?

― ¿¡De verdad!? ― ¿Qué le sorprendía tanto? ¡Aun me queda algo de talento para atraer a los hombres! ¡Creo!

―Sí, de verdad.

― ¿Cómo se llama?

―Lowell. Lowell Hunter.

―Vaya. Me gusta su nombre ― ¿Por qué a mí no me gusta nada? ― ¿A qué se dedica?

―Hablas como mi madre.

―Es mi deber si ella no está.

Se me hizo un nudo en la garganta al recordar su ausencia. A veces olvidaba el hecho de que había muerto y me refería a ella como si estuviera dando vueltas por la casa y en cualquier momento fuera a entrar por la puerta y decirme las mismas cosas que Annie.

Aparté rápidamente ese pensamiento triste de mi mente y me limité a responder.

―Es médico.

―Un buen partido, señorita Clayborne ―Su tono de voz estaba lleno de coquetería.

―Sí, eso creo ―Le resté importancia.

― ¿Y? ―Su mirada inquisidora me revelaba sus intenciones.

Annie era una mujer afable, cariñosa y muy, muy cotillera. Le gustaba saber todos los detalles y aunque yo se lo achacaba a su edad -cerca de los sesenta años-, a veces se parecía más un periodista de prensa rosa que a mi ama de llaves.

―Es guapo, amable... ―Y ahí se quedaba. Solo en eso― ...no sé ―Continué como si realmente hubiese muchas cosas más en él que me gustaban, pero no podía estar más lejos de eso― Es de esos hombres que a ti te gustan.

―Hablas como si fuera perfecto, pero tuviera una pata de palo o una cicatriz justo en medio de la cara ―ironizó.

― ¡Annie!

― ¡Es cierto! ―Me acusó― Ahora, viene el "pero". Siempre tienes uno.

―Qué bien me conoce, señora Tanner ―dije bebiéndome el último sorbo de café.

―De acuerdo. Dime, ¿qué tiene este de malo?

―Está... demasiado interesado ―Muy exageradamente, para mi gusto.

― ¡Dios! ¡Karin! ―Miró al cielo, tal vez suplicando paciencia.

― ¿¡Qué!?

―Eres la primera mujer que conozco que se siente "intimidada" porque un hombre está "demasiado interesado". ¡Todas se quejan de falta de interés! ¿¡Y tú!?

Born to you [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora