44

3.7K 310 27
                                        


Tal y como todos los otros, ese recuerdo llegó a mí de manera imprevisible. Era incapaz de entender el motivo por el cual todos ellos habían desaparecido de mi mente por años, pero ahora que todas las piezas del puzzle comenzaban a encajar, aquellos momentos comenzaban a regresar poco a poco.

―Mi Kenny ―susurré dejando de acariciar su rostro, rodeé su cuello con mis brazos, él hizo lo propio con mi cintura y posándome sobre las puntas de mis pies, nos besamos, haciendo de ese contacto el más sublime de los encuentros. Ahí estábamos ambos, sabiendo perfectamente lo mucho que significábamos para el otro y fundirnos en el más delicado y romántico de los besos, era la máxima expresión de aquel inconmensurable sentimiento― Cásate conmigo, Kenny ―supliqué anhelante, apenas nos separamos lo suficiente para no sofocarnos, pero no lo bastante como para que nuestros labios dejaran de rozarse― Concédame el distinguido placer de ser su esposa, señor Benjamin Kennard James.

No dijo absolutamente nada. Al parecer consideró necesario distanciarse de mi un poco más, al menos lo suficiente como para poder mirarme a la cara y corroborar en mi semblante si lo que acababa de decir era exactamente lo que había escuchado, pero por más que lo intentara, no encontraría en mí un solo ápice de duda. Estaba absolutamente segura y convencida de lo que había solicitado. Lo había estado desde que era una niña, solamente que solo hasta ese momento lo había recordado.

Cuando cualquier posibilidad de que me retractara se esfumó, apoyó su frente con la mía, llevó una de sus manos hasta mi rostro y lo contuvo con delicadeza.

―Estás completamente loca ―susurró entre risas― ¿Qué voy a hacer contigo?

―Pues, si me lo preguntas a mi, casarte ―Ambos nos reímos y apenas la seriedad regresó, mirándolo a los ojos volví a preguntar― ¿Quieres casarte conmigo?

Sin que se le pudiera borrar la sonrisa de los labios, asintió unas cuantas veces con la cabeza y volvió a besarme, esta vez con ese instinto de pertenencia que solo el hecho de aceptar casarte con alguien te puede brindar. Él era mío, y yo era completamente suya.

Experimentando la más jubilosa de las felicidades, me estrechó entre sus vigorosos brazos y haciendo gala de la fuerza que tenía, despegó mis pies del suelo sin hacer mayor esfuerzo, para luego acercarse a la cama y volver a ponerme sobre la tierra. Físicamente, claro, porque en mi mente ambos flotábamos en una dimensión paralela en la que todo era amor y deseo.

Dejar de mirarlo no era una posibilidad. Me encantaba deleitarme con su presencia, aun en penumbras y cuando sus movimientos se volvían seductores, no había oportunidad de negarme a sus encantos, porque mi cuerpo parecía ponerse a su completa disposición cuando eso ocurría.

Pero esta vez había algo diferente entre él y yo. Una especie conexión especial. Ahora no éramos solo "Benjamin" y "Karin", ahora él también era "Kenny" y yo "Kiki", aquellos niños que en el pasado compartieron tantas cosas juntos y saber que ambos habíamos sido parte de la vida del otro por mucho más tiempo del que éramos conscientes -al menos yo-, permeaba ese momento de una complicidad que solo un vínculo como el que nosotros teníamos, podía generar.

Con una meticulosidad abrumante llenó mi rostro de caricias y luego de besos, mientras con toda pericia y sutileza comenzó a abrir los botones de mi blusa.

―Serás completamente mía, Kiki ―susurró apenas terminó de abrir los botones y deslizó su dedo por mi piel, dibujando un sugerente camino entre mi cuello y mi estómago, justo por el pequeño espacio de piel que quedaba al descubierto por la camisa abierta.

―Ya soy tuya. Completamente tuya, Kenny ―susurré también yo, alzando los ojos para dedicarle una mirada impúdica mientras mordía mi labio inferior.

Born to you [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora