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No supe con qué frase "célebre" concluir mi discurso. Estaba demasiado perdida entre lágrimas y sollozos, pero finalmente no fue necesario porque inesperadamente, el mismo Benjamin James se apiadó, o tal vez se aprovechó de mi confusión, lo suficiente para tomar mis manos y jalarme con fuerza para aferrarme a su cuerpo y envolverme entre sus brazos. Supe con ese gesto que estaba dándome autorización para continuar llorando y desahogarme entre sus brazos, lo que hice encantada.

Hundí mi cara en su pecho rozando mis mejillas con su suave camisa y su sedosa corbata, inhalando su perfume y por primera vez en mucho tiempo, me permití ser débil, frágil y sentirme protegida.

Me quedé acurrucada entre sus brazos largos minutos en los que no dejé de llorar, pero no pude evitar notar que cuando mi grito desesperado de angustia le pareció ensordecedor, comenzó a mecerme suavemente de un lado a otro y a cantar en voz casi imperceptible, "Come Josephine, in my flying machine", canción que mi padre había catalogado como "mi canción de cuna favorita", porque lograba hacerme dormir con ella después de haberme despertado de mis horribles pesadillas.

Al parecer tenía razón. Me sentía profundamente tranquila, en una nube de trufa de chocolate suizo donde nada ni nadie lograría hacerme daño y por fin había dejado de llorar.

―Eso era todo lo que necesitaba oír ―susurró al terminar de cantar― La verdad, anoche descubrí que solo cuando estás profundamente molesta, logras desahogarte por completo. Lamento lo que dije. No era en serio.

― ¿Estás diciéndome que me encabronaste intencionalmente? ―Hice un mohín infantil y me sentí lo suficientemente confiada como para rodear su cintura con mis brazos.

―Culpable ―Se declaró.

No debería, pero eso me arrebató una honesta sonrisa de los labios y a él también, que aún no dejaba de mecernos como si flotáramos en las aguas más tranquilas del océano.

―Me siento tan sola ―Me atreví a decir.

―Shhh. No hables de cosas tristes ―Acarició mi cabello cuidadosamente― Al fin dejaste de llorar y no soy tan buen cantante ―rio.

― ¿Por qué cantaste esa canción? ―Suspiró. Pude escucharlo porque aún estaba apoyada contra su pecho.

―Hace mucho tiempo, cuando era un niño, estaba en una celebración. El Rey había tenido una hija y había invitado a todos sus amigos nobles, incluyendo a mis padres, a una celebración. Tenía cerca de seis años y no lograba entender qué festejaban los adultos, así que el amable soberano me invitó a conocer a su bebita que dormía en los aposentos reales ―Un segundo... ¿qué clase de historia era esa? No alcancé a verbalizar mis dudas, cuando continuó― Recuerdo haber subido una escalera enorme hasta un cuarto que era todo paz y tranquilidad. Nos acercamos a la cuna de oro y ahí estaba, plácidamente dormida. Acerqué mi mano para acariciarle su delicada, frágil y suave piel ―susurró deslizando la yema de sus dedos por mis mejilla. 

» Y ella simplemente se aferró a uno de mis dedos. En ese momento entendí por qué todos celebraban ―Sonrió sin dejar de acariciar mi cabello― Era hermosa y le esperaba un futuro esplendoroso, pero cuando el rey y yo decidimos dejarla descansar y le quité el dedo de entre sus pequeños deditos, despertó y comenzó a llorar. Lloraba tan fuerte que me dolía, pero el amable rey la sacó de la cuna, la tomó entre sus brazos, la acunó, la meció y le cantó esa canción ― ¿¡Acaso estaba hablando de mí!? ― Como si hubiese sido magia, la pequeña comenzó a escuchar cantar a su padre y dejó de llorar para finalmente volver a quedarse profundamente dormida.

― ¿Hablas en serio? ―pregunté sin poder dar crédito a que algo así hubiese ocurrido.

―Absolutamente.

Born to you [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora