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La idea de aparecerme "casualmente" en el bar del hotel, donde sería la recepción de cumpleaños del señor James, me parecía una locura absoluta, pero al parecer y frente a las circunstancias, no tenía otra opción, así que luego de confirmar que la dichosa fiesta sería dentro de media hora, tomé mi maletín y bajé hasta el aparcadero, donde Lenny ya esperaba por mí.

―Buenas noches, Lenny ―dije acomodándome en el asiento trasero y dejando mi maletín a un lado.

―Buenas noches, mi niña. ¿Lista para ir a casa?

―No.  Vamos al Hotel Montage, ¿sabes dónde está?

―Sí, claro, vamos. ¿Estás bien?

Lenny sabía que había decidido evitar las reuniones sociales desde el fallecimiento de mi padre y el hecho de que le pidiera ir a un lugar que no fuera la mansión, era realmente una novedad. De hecho lo era incluso para mí, pero Alexa tenía razón. Era ahora o nunca.

―Sí, bien. Es un asunto de la empresa ―clarifiqué.

―Comprendo.

Mientras Lenny me llevaba por las calles de Beverly Hills, perdí mi mirada en el vidrio del Rolls-Royce, repitiéndole a mi padre que todo esto era por él, que debía ayudarme a salir de esa, que sin él no podría hacerlo y que necesitaba que me echara una mano solo como él sabía hacerlo.

Comencé a arrepentirme profundamente de nunca haberle prestado la atención suficiente a Benjamin James, porque si mi actitud hubiese sido otra, hoy tal vez seríamos amigos y le hubiese podido pedir con toda confianza que me ayudara en este plan para quedarme por completo con la empresa más querida de mi padre.

Pero lo conocí en una época en la que creía que mi padre se quedaría para siempre o al menos el tiempo suficiente para que me enseñara de manera empírica cómo conducir su empresa. Nadie me advirtió que el destino me tenía preparado todo un enrollo y una mala jugada que no esperaba, así que no me quedaba más remedio que entregarme al destino y la espiritual intervención del hombre que me dio la vida, desde cualquier plano o lugar donde se encontrara.

Otra vez me descubrí a mí misma entrelazando los dedos con mi relicario, suplicando que mamá y papá me escucharan y me ayudaran de una o de otra manera. Más bien, suplicaba que todo aquello fuera una terrible pesadilla de la que despertaría en cualquier momento y mis padres vendrían hasta mi cama para acunarme y a calmar mis temores. Pero eso no iba a ocurrir, ni ahora ni nunca más.

Cuando por fin salí de ese profundo pozo de melancolía y súplica, noté que estábamos aparcados frente al hotel Montage de Berverly Hills y que un joven delgado, colorín, algo desaliñado y vestido con un pantalón negro y un gilette azul con el nombre "Terry" en una placa en su pecho, se acercaba hasta la puerta para abrírmela y extenderme su mano para ayudarme a bajar.

―Gracias, Terry ―dije dándole un billete de cincuenta dólares de propina, que él miró impresionado.

―No hay de qué, señorita.

Ya no estaba tan segura de que el plan de Alexa lograra funcionar, lo que me había bajado el ímpetu a un nivel indescriptible y a ello se sumaba la tristeza que me había provocado pensar en papá y mamá, así que finalmente agradecí simplemente la posibilidad de beber una copa tranquila en el bar de un hotel donde se estaba dando una recepción que era de todo mi interés, pero en la que no tenía ni la más mínima intención de participar.

Caminé desganada por los pasillos del Montage, sin todo el garbo y elegancia que me había inculcado mi madre y le rogué silenciosamente que me perdonara en ese momento, pero ya ni siquiera tenía ganas de caminar. Estaba triste y compungida, por lo que también pensé en pedirle perdón a Alexa por no haber actuado como era debido, haciendo fracasar la misión del día, pero ya no tenía ganas de nada.

Born to you [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora