No alcancé a llegar a la puerta cuando trató de ponerse de pie, pero seguía mareado, así que no tuvo más opción que volver a sentarse. Me asusté con la sola posibilidad de que se cayera y ahora si se partiera la nariz en dos por azotarse contra el suelo, así que corrí de regreso y puse ambas manos sobre sus hombros.
― ¿Estás bien?
―Sí. Un poco mareado al parecer, eso es todo.
―Bien. Respira profundo ―Por un momento dudé en ofrecerle mi ayuda y pasarme de la raya, pero luego me di cuenta de que mi cuerpo me estaba pidiendo a gritos que tomara la iniciativa de una buena vez. Solté sus hombros, con una sola mano tomé la pajarilla que aún estaba deshecha en su cuello y la tiré para sacarla y finalmente la dejé caer el suelo― Deja que te ayude con esto.
Esperé a que protestara, pero se mantuvo con los ojos cerrados y respirando apaciblemente, lo que me hizo suponer que esta vez mi actitud le parecía la adecuada, por lo que continué, esta vez quitándole la chaqueta con mucho cuidado.
Solo se podía oír su respiración y la mía mientras la tensión comenzaba a ser palpable en el ambiente.
Me incliné apaciblemente para tomarle una mano, la alcé a la altura de mi pecho, le quité el primero de los gemelos -cuadrados de platino con un rubí en el centro- de la muñeca y él, por iniciativa propia, alzó la otra mano para que repitiera la acción con el segundo. Di unos cuantos pasos para dejarlos sobre la gaveta y volví a ponerme frente a él, sin poder evitar contemplar nuevamente lo condenadamente atractivo que era y lo endiabladamente sexy que me parecía tenerlo a mi entera disposición en ese momento.
Las manchas de sangre sobre su blanca camisa me hicieron espantar esos pensamientos y volver a mi labor.
Deslicé mis dedos por su cuello desde la nuca hasta su prominencia laríngea, haciendo que se le erizaran los vellos y haciendo caso omiso a esa reacción, continué mi camino por su pecho hasta el tercer botón -ya que los dos primeros ya estaban abiertos- y comencé a desabrochar los que se mantenían cerrados.
Hubiese querido decir que los suaves roces de mi piel con su pecho fueron una causalidad, pero no era tan hipócrita para afirmar algo como eso, ya que sabía perfectamente que ese contacto no le era indiferente y estar ayudándolo a quitarse la camisa era la excusa perfecta para negar que lo estuviera haciendo de manera intencional.
Cuando logré abrir el último de los botones, mis manos volvieron al punto de partida y tomé la camisa por los hombros para que pudiera quitar los brazos de ella. La dejé caer al suelo sin sacar mi mirada de sus pétreos y marcados pectorales, suplicando que no se diera cuenta de que estaba absolutamente perdida en su perfección, además de que estaba completamente excitada con el solo hecho de tenerlo tan cerca a torso desnudo.
Me encantaba saber que estaba siendo totalmente receptivo, que había decidido simplemente cerrar los ojos, absorber cada gesto y caricia "fortuita" de mi parte y que estaba cayendo en mi encantamiento.
Exhaló con fuerza el aire contenido en los pulmones cuando posé mis manos sobre su cinturón y lo desabroché para con un solo movimiento quitarlo de su cintura.
Estaba excitado, podía sentirlo y verlo, pero me estaba divirtiendo con el juego de desnudarlo, así que haciendo caso omiso de su evidente erección, me incliné con una sonrisa para desatarle los zapatos, quitárselos y finalmente deshacerme de sus calcetines.
Me erguí nuevamente con la finalidad de tomarle las manos y ayudarlo a ponerse de pie, pero al parecer mi juego había acabado, porque abrió los ojos, extendió sus brazos, posó sus manos sobre mis caderas para sostenerme con fuerza y acercarme a él.

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Born to you [TERMINADA]
RomanceLa brillante economista Karin Aurore Clayborne, es la flamante heredera de la astronómica fortuna de sus padres, que fallecieron en lamentables circunstancias. Rodeada nada más que de su fiel servidumbre, al hacerse cargo de los negocios familiares...