― ¿¡Señor!? ―interrogué con sarcasmo en voz alta― ¿¡Qué!? ¿¡También juegas a ser su amo!? ¡Olvidaste las esposas, maldito enfermo!
―Karin, por Dios ―bufó― Cállate ―gruñó mientras daba un golpe en el escritorio con la mano extendida.
― ¡No! ¡No voy a callarme!
― ¡Estás hablando estupideces!
― ¡Si, claro! ―Metí la mano en el bolso, saqué los dos periódicos y los lancé sobre su mesa de trabajo― ¡Solo son estupideces! ¡Podrías haber esperado que se te enfriara el maldito cuerpo al salir de mi casa para luego revolcarte con otra! ¡Como gesto de compasión al menos!
―No es nada de lo que te estás imaginando.
― ¿¡Imaginando!? ¡Ya veo! ¡Ahora imagino fotos! ―Di un paso al lado y recordé que el arreglo floral estaba en el suelo, así que me incliné hasta él, lo tomé, lo puse sobre su escritorio, arrebaté unas cuantas flores de la base y sin pensarlo dos veces se las lancé en la cara, dejándolo absolutamente pasmado― ¡No quiero tus malditas flores! ―Volví a tomar unas cuantas rosas más y se las volví a lanzar― ¡No soy una maldita ramera! ¿¡Escuchaste!? ―Su rabia era palpable y cuando comenzó a dar pasos veloces hasta mí, tomé la base de cristal del arreglo floral con unas cuantas rosas que quedaban en él, lo levanté por sobre mi cabeza y después lo dejé caer al suelo, provocando que se hiciera mil pedazos― ¡No soy una más de tu maldita lista, James! ¡No lo soy!
Trató de atraparme entre sus manos, pero salí de su despacho antes de que lograra hacerlo.
No había tiempo ni siquiera para esperar que el ascensor llegara, así que me dirigí hasta las escaleras de emergencia y comencé a bajar a toda velocidad mientras escuchaba a Benjamin correr tras de mi, llamándome y exigiendo que me detuviera.
No quería verle la cara, no quería detenerme y bajé sin pensar en nada más que deshacerme de él, pero un recuerdo lejano se hizo presente.
― ¡Kiki, detente!
― ¡No quiero!
Siendo una niña, corría por los jardines de la casa de unos amigos de mi padre, como siempre, vistiendo mi hermoso vestido de princesa rosado y mí corona. Estaba escapando de un chico malvado que quería encerrarme en la torre del palacio.
― ¡El tío Bernard dice que vuelvas! ―gritó jadeante sin detenerse.
― ¡No voy! ¡Quiero seguir jugando!
― ¡Kiki!
Me voltee sin dejar de correr, riéndome como nunca antes lo había hecho en mi vida al verlo tan cansado y en ese momento mis pequeños pies se enredaban con el largo césped y caía de espalda al suelo. El pequeño no pudo detener su veloz andar y se tropezó con mis zapatos, cayendo sobre mí.
―No deberías escaparte así ―Me susurraba con su nariz sobre la mía, tratando de recuperar el aliento y dedicándome una dulce sonrisa que yo le respondía de la misma manera.
―Lo siento, Kenny. No volveré a escapar ―Sonreía inundada de nerviosismo.
― ¿Lo prometes?
―Lo prometo.
Mientras ese recuerdo se difuminaba en mi mente, noté que bajar veinticinco pisos por las escaleras, montada en mis adorados Louboutin, era una misión prácticamente imposible, así que me detuve en uno de los descansos que en la pared marcaba el número quince, informando que ya había bajado diez pisos, pero también haciéndome saber que no podría llegar a la primera planta sin sufrir un pre-infarto al miocardio o fracturarme un tobillo.

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Born to you [TERMINADA]
RomansaLa brillante economista Karin Aurore Clayborne, es la flamante heredera de la astronómica fortuna de sus padres, que fallecieron en lamentables circunstancias. Rodeada nada más que de su fiel servidumbre, al hacerse cargo de los negocios familiares...