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"O tal vez necesitas enfrentarte a ello" Pensé y como un autómata caminé en dirección a mi habitación.

Miento si digo que fui con toda la confianza del mundo a mi habitación, pero al ver  la caja sobre la cama y no me importó nada. La verdad es que cada paso que había dado, lo había hecho con una cautela al borde de ser ridícula, como si caminara directo a la jaula de un león hambriento y supiera que tras esa puerta encontraría la muerte segura.

Apenas llegué a la puerta, puse mi mano sobre el pomo y me mantuve en esa extraña posición por más tiempo del necesario. Temía entrar en ese cuarto y descubrir que todo lo que había avanzado la última semana, no era más que una frágil coraza que podría romperse con el más mínimo toque. Ni siquiera sabía que sería de mi si llegaba a esa lacerante conclusión.

"Debes hacerlo. Es necesario" Me dije mentalmente y finalmente solté un profundo suspiro mientras abría la puerta.

Ahí estaba. Aquella caja que en su interior no solo guardaba un vestido de novia que jamás usaría, sino que además albergaba el último hermoso recuerdo de aquel hombre que murió el día en que llegue de regreso a Estados Unidos. Entre esos trozos de tela, yacían moribundos todos los planes de una familia dichosa, de un amor como el de las novelas, de un futuro esplendoroso y lleno de una escurridiza felicidad. Todo lo que había muerto se reducía a esa caja, que ahora abría lentamente con la sensación de que en cualquier momento un ataque letal saldría de ella.

Quité suavemente el papel que cubría el vestido y al encontrarme frente a él, recordé el preciso momento en que Caroline Peyton y yo lo habíamos comprado. Nos había parecido el vestido perfecto y recordaba exactamente lo hermoso que nos había resultado. Hoy se veía triste y opaco, aun cuando parecía brillar con luz propia. Tal vez lo que en ese momento lo hacía tan especial, no era el vestido en sí, sino lo que añoraba vivir junto a él.

No resistí la tentación de sacar esa hiriente prenda de su caja y levantándolo desde el escote, lo puse frente a mis ojos, dejándolo en ese lugar por más tiempo del necesario. Dije que no iba a hundirme en la auto-compasión y no lo había hecho, no hasta ese momento.

"Pobre de la insulsa que creyó en que por fin sería feliz" Pensé derramando un par de lágrimas y dejando caer el pesado vestido al suelo, donde se volvió un montón de tela arrugado que no pudo parecerse más a mí. Tirado en el suelo, desparramado, triste y sin un propósito sensato. Justamente así me sentía.

Me dejé caer de rodillas sobre él y permitiéndome una vez más ser débil, lloré desgarradoramente envuelta entre gasa y pedrería costosa. Quién diga que llorar de esa manera, rodeada de lujos y exquisiteces, es menos doloroso, le juro por lo que me quede de vida que se equivoca.

― Karin ―La voz de Benjamin inundó mi habitación y sin poder dar crédito a su descaro, me levanté rápidamente.

― ¿¡Qué mierda haces aquí!? ―exclamé al voltearme, pero al verlo, no pude evitar quedar pasmada. ¿Qué hacía Benjamin en mi habitación luciendo un smoking?

―Te ves hermosa ―susurró y sin entender por qué me hablaba de esa manera, bajé la mirada y me di cuenta de que llevaba puesto el vestido de novia.

―Tu... tú me traicionaste ―balbuceé sin poder entender nada.

― ¡Claro que te traicionó!

La voz estruendosa de Lowell Hunter viniendo desde la entrada, me hizo voltear a la puerta y antes de que pudiese hacer algo, me encontré con ese maldito psicópata apuntándome con un arma.

― ¡Sal de mi casa, Lowell! ¡Sal de mi vida! ―grité desesperada.

Antes de que pudiese decir más, al pestañear escuché un disparo y mantuve los ojos cerrados, esperando sentir el punzante dolor que provocaría la bala al entrar en mi cuerpo, pero lo único que llegó hasta mí, fue un peso que no pude resistir y me hizo caer al suelo. Cuando abrí los ojos, el cuerpo agonizante de Benjamin era lo que estaba sobre mí y su sangre manchaba rápidamente mi vestido.

Born to you [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora