― ¡Karin, cariño! ―exclamó mi padre acercándose a mí, abrazado de un joven que probablemente no pasaba de los treinta años― Déjame presentarte a Benjamín James.
―Señorita Clayborne ―sijo con una elegante sonrisa y extendiéndome la mano, a lo que yo respondí automáticamente, como lo dictaban las clases de protocolo―Es un placer. Felicidades por su graduación.
―Muchas gracias, señor James.
―Benjamín es un empresario prometedor. Me recuerda mucho a mi cuando tenía su edad. Su padre ha decidido retirarse y él ha tomado su lugar ―informó, aunque no presté demasiada atención.
―Ya veo. Pues deberíamos mantenernos en contacto.
Nada me importaba menos que los "empresarios prometedores" amigos de mi padre, pero ya que más temprano que tarde llegaría el día en que él también optaría por retirarse, debía comenzar a entablar relaciones sociales del tipo "negociables", que probablemente me serían útiles en algún futuro, aunque ojalá que fuera muy, muy lejano.
Eso pensaba hasta ese instante, pero el futuro no dudó en acercarse a pasos agigantados.
Casi dos años más tarde y luego de una frustrante y acalorada reunión -aunque más bien fue una discusión, según lo que contaron sus asistentes- con su peor enemigo en los negocios, Draco Dawson, mi padre sintió que ya tenía suficiente de esta vida, su corazón dejó de latir y sus pulmones dejaron de funcionar.
―Karin... mi niña ―Escuché la voz del mayordomo tras la puerta, después de que le había dado unos suaves golpecitos.
― ¿Qué pasa, Gerald?
―Debo llevarla al hospital ―dijo una vez abierta la puerta.
―No estoy enferma ―respondí estúpidamente, lo que solo puedo notar ahora.
―Lo sé. Es su padre ―dijo luciendo más triste que preocupado, lo que me puso a alerta instantáneamente.
― ¿Mi padre? ―Me puse de pie.
―Si, mi niña. Su padre... ha muerto.
No recuerdo bien nada de lo que ocurrió en ese momento.
No sé cómo llegué hasta la clínica, no recuerdo ni siquiera la cara del doctor que me informó lo sucedido, solo recuerdo el cuerpo frío de mi padre sobre una camilla, su pálida piel, sus labios amoratados y la extraña sensación de tomar su gélida mano por última vez y besarle dulcemente los nudillos.
Nuevamente me negué a llorar. No es que mis pérdidas no me dolieran, todo lo contrario, me dolían como nunca llegué a imaginar, pero estaba entrenada para ser fuerte, para contener mis arrebatos de tristeza, rabia y amargura y actuar acorde a lo que se esperaba de mí en esas circunstancias. Así que finalmente me hice cargo de todos los asuntos legales y fúnebres para que todo saliera a la perfección.
―Lamento mucho su perdida, señorita Clayborne.
―Gracias, señor... ―dije extendiéndole la mano protocolarmente y odiando no recordar su nombre o al menos su apellido.
―James ―dijo rápidamente.
―Cierto... lo lamento. Como comprenderá, no es mi mejor momento.
―Lo entiendo. Lo lamento muchísimo.
―Gracias otra vez.
Ni siquiera recuerdo donde había visto a ese tipo, pero nada me importaba en ese momento. Estaba tan presente como ausente en ese lugar. Mi cuerpo, "adornado" con un formal vestido absolutamente negro, estaba sentado sobre la silla frente al féretro de mi padre, pero mi mente, mi alma y mi corazón estaban perdidos en un lugar lúgubre, tenebroso y muy, muy lejano.

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Born to you [TERMINADA]
RomansaLa brillante economista Karin Aurore Clayborne, es la flamante heredera de la astronómica fortuna de sus padres, que fallecieron en lamentables circunstancias. Rodeada nada más que de su fiel servidumbre, al hacerse cargo de los negocios familiares...