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―De acuerdo, de acuerdo, ya entendí ―dije alzando las manos en señal de rendición― Benjamin era amigo de mi padre.

― ¿No es muy joven para eso?

―Amm... si. Pero digamos que mi padre era algo así como su mentor.

―Entiendo. ¿Te gusta?

― ¡Annie! ―exclamé ante lo directa que estaba siendo. Al parecer, irse con rodeos no era la misión del día.

― ¿¡Qué!? Ni siquiera debería preguntarlo, es obvio que te gusta, es guapo y agradable... pero...

― ¿Qué? ― ¿En qué momento había pasado a ser ella la de los peros? ¡Siempre era yo la que tenía uno!

―No sé, Karin. Eres, como dice el periódico... la soltera más codiciada de Los Ángeles. ¿De Los Ángeles? No, ¡de todo el país! Eres rica, bella, tierna, dulce... e preocupa que el chico solo ande tras el billete. Ya sabes.

―Annie, no lo necesita. Es casi tan rico como mi familia.

― ¿De veras?

―Sip.

―Bueno ―dijo batiendo una mezcla de no sé qué cosa y con su mirada pegada en ello― Siendo así, ¿ya lo dejaste entrar? ―La miré extrañada porque no entendía por completo su pregunta y le di una respuesta muy ridícula.

―Está aquí desde anoche, ¿no?

―Mi niña ―Soltó en un suspiro, dejando entre ver que no era tan boba como para no haber entendido su "indirecta" ― Hablo de... dejarlo entrar. Ya sabes, de que conozca quien realmente eres.

―Ah, bueno. Estamos en eso. Tranquila Annie, sé cuidarme.

―Lo sé. Solo estoy preocupada por ti.

No pude evitar sonreír con un dejo de melancolía porque sabía que esta conversación seguramente la hubiese tenido con mi madre, pero ella murió cuando solo era una pre-adolescente y ni siquiera había pensado en dejar el entrenamiento intensivo de mi padre para dedicarme a experimentar con chicos; así que extendí mi mano para posarla sobre su brazo y hacerle entender que no me molestaba que hiciera todo ese tipo de preguntas. No si no comentaba las respuestas a la prensa rosa.

―Lo sé y te lo agradezco. Sabes que te adoro casi tanto como a mi madre y me gusta que te preocupes por mi.

―Lo se, mi niña. Solo ten cuidado, ¿si?

―Lo haré, lo prometo ―Ambas nos sonreímos dulcemente― ¿Puedes llevar el desayuno al despacho? Tengo que revisar algunos documentos y quiero dejar que Benjamin duerma un poco más.

―Claro, lo llevo enseguida.

― ¡Gracias! Ah y oye... me encanta Sinatra.

Ambas reímos y finalmente me las enfilé al despacho, donde Gerald, haciendo gracia de sus talentos, ya había encendido la chimenea y tenía el ambiente templado y agradable.

―Ya está. Si necesita más calor, solo llámeme.

―Gracias, Gerald. Eres el mejor.

Apenas salió, encendí el enorme televisor de pantalla plana que estaba en el despacho. Era costumbre en mí ver los noticieros porque mi padre siempre dijo que un buen empresario siempre estaba bien informado y luego me senté en el escritorio a revisar unos cuantos documentos de asuntos que habían quedado pendientes.

Después de haber autorizado algunas transacciones y firmar algunos contratos, no pude evitar notar que afuera había un enorme diluvio y adoraba ver la lluvia caer sobre el césped, así que me puse de pie, caminé hasta el enorme ventanal que daba al jardín, me abracé a mí misma y me concentré en como el agua comenzaban a juntarse entre las hojas de las plantas y  el césped parecía estar cubierto por una hermosa alfombra de pequeñas gotas líquidas. 

Born to you [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora