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Frente a las nuevas, inminentes e intrigantes circunstancias, ambas nos dedicamos una sonrisa hipócrita y finalmente, mi querida asistente salió contorneándose hasta el recibidor, mientras que yo me sentaba en mi escritorio y revisaba falsamente unos cuantos documentos, para así parecer desprevenida y profesional -sobre todo muy profesional-, lo que no evitó que diera un respingo a escuchar a Alexa saludar a Bejamin.

―Señor James, bienvenido. Soy Alexa Tupper, la asistente de la señorita Clayborne. Acompáñeme, por favor.

Y otro, cuando sentí el "click" que anunciaba que Alexa estaba abriendo la puerta, pero me obligué a dirigir la mirada distraída a los documentos y firmar algunos de ellos. 

No sé si fue estática o electricidad, pero logré sentir su presencia dentro de mi espacio vital -mi oficina- de manera inmediata, aunque me negué a alzar la mirada hasta que Alexa lo anunciara.

―Señorita Clayborne, el señor Benjamin James está aquí.

Paso dos de la estrategia "chica desprevenida": Alzar la mirada absoluta y falsamente sorprendida por contar con su presencia en mi despacho. Pero él ganó ese asalto, porque verlo en la puerta elegantemente vestido con un traje de lino gris y una corbata del mismo color, pero unos cuantos tonos más clara, realmente me había sorprendido y ¿por qué no decirlo?, me había noqueado.

Tuve que concentrarme exclusivamente en ponerme de pie para lograr hacerlo y no perder el equilibrio, pero lo había hecho con éxito, así que finalmente me quité los anteojos lo más cándidamente posible y rodeé mi escritorio para acercarme lo suficiente y así extenderle la mano con el fin de saludarlo amablemente. 

¿A quién quiero engañar? ¡Había que ser idiota para no darse cuenta de que estaba coqueteándole descaradamente!

―Señor James, que gusto. ¿Le ofrezco algo? ―Protocolo cumplido.

―Lo que estime pertinente ― ¿Por qué había dejado de tutearme?

―Claro ―Le dirigí la mirada a mi asistente― Alexa, un café para el señor James y un té para mí.

―Claro, señorita Clayborne.

Mi querida asistente tuvo el atrevimiento de ocultarse tras de él y dedicarme una cara que solo significaba "¡está buenísimo!", lo que me provocó una risita que tuve que contener y luego salió en busca de mi orden del día.

―Por favor, tome asiento ―dije indicando la silla que estaba frente a mi mesa de trabajo y donde se sentó cómodamente con el tobillo derecho sobre la rodilla izquierda, luego de haberse desabrochado la chaqueta y yo le seguí justo frente a él― Usted dirá.

Por un momento guardó silencio, me miró todo lo que podía verse de mi cuerpo tras de mi escritorio y podría jurar que hizo el amago de morderse el labio inferior, pero no podría asegurarlo, hasta que finalmente decidió romper el silencio.

―Tenemos algo de qué hablar ―Anunció casi con solemnidad.

―No sé a qué se refiere.

―Karin, por favor. No lo hagas más difícil.

― ¿Difícil? ―Abrí los ojos sin poder creer lo que estaba diciéndome. ¿Acaso de verdad creía que yo estaba haciendo las cosas difíciles? ¿Qué había de él? ― De verdad, no comprendo a lo que se refiere, señor James.

―Creí que el "usted", ya lo habíamos dejado atrás ― ¡Uy! ¡Qué exasperante era! ¡Él comenzó!

―Disculpe, pero está en mi oficina y los asuntos que trato aquí son estrictamente laborales, lo que significa que merecen toda la atención necesaria, incluso con lo que respecta al protocolo ―Crucé mis brazos sobre el pecho, dispuesta a ser todo lo distante que merecía por sus arrebatos.

Born to you [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora