Los labios de Ashton ascendían depositando pequeños besos por la curva de mi cuello, por mi mejilla.
― Ashton, suéltame ahora mismo.
Ni siquiera la escucho. Solo sujeto sus muñecas con una mano y con la otra desabrochó los botones de mi abrigo, y luego la apoyo en mi cintura, dibujando con esta círculos sobre la delgada tela de su vestido negro.
Sus labios ahora estaban cerca de la comisura de sus labios, tentándola. Cerró los ojos al aspirar su olor. Olía a él, a su perfume y a humo.
― Ashton, no.
La ignoró y posó sus labios sobre los de ella. En un principio el beso no fue más que dominación, pero una vez que ella dejo de oponer resistencia, comenzó a explorar su boca. Mordisqueó y chupo su labio inferior, enviando estremecimientos a todo su cuerpo.
Deslizó la lengua entre sus labios y se dispuso a explorar con ansia. Ella tiró débilmente de sus muñecas, pero él la obligó a colocar las manos por encima de la cabeza apretándolas contra la pared. Temblando, Maia respiró hondo tratando de olvidar dónde estaba. Todo desapareció excepto el asalto que estaban sufriendo sus sentidos. Sus pulmones parecían llenos de fuego, y ella se retorció en vano intentando liberarse de la oleada de calor que la invadía. Las sensaciones que habían brotado de su interior no le resultaban familiares, sino dolorosamente confusas.
Ashton se separó de golpe, y se obligó a abrir los ojos. Al hacerlo vio en él incredulidad, como su pecho subía y bajaba rápido bajo su camiseta, era como si se hubiese dado cuenta ahora de lo que estaba haciendo.
Avergonzada baje la mirada, con las mejillas rojas, y tratando de apegarme lo más posible a la muralla. Lo más lejos de él.
― Maia, yo... lo siento...
Ashton había recobrado los sentidos y se arrepentía de todo lo que había pasado. Asentí, no sabía que decir ni que hacer.
― ¿Maia? ― su mano tomó mi barbilla y me obligo a mirarlo a los ojos.
Estaban enrojecidos, un poco desorbitados, pero había preocupación en su mirada. No pude sostener su mirada, así que fije la mía en sus labios, estaban enrojecidos e hinchados por los besos.
― ¿Me tienes miedo?
― No..No, ¿podemos irnos?
― ¿Irnos? ― dijo alzando una ceja.
― Si, irnos.
― Pero si la fiesta solo comienza ― dijo sonriendo mientras sacaba un cigarrillo de sus jeans negros y lo encendía.
― No voy a quedarme.
― No fuiste invitada tampoco.
― ¿Disculpa?
― Que nadie te invitó a venir.
― ¿Ash?
― Mira Maia, ya te lo he dicho miles de veces, no soy lo que quieres creer. Y estas perdiendo tu tiempo conmigo, así que ahora ve, y vuelve con Horan, el es exactamente el niñato que necesitas, no un gilipollas como yo.
― No me interesa Horan.
― ¿Qué no te interesa Horan? No te creo.
― Ashton...
― Maia, escucha, estar con él es lo más inteligente que podrías hacer, mantente lejos de mí, no soy bueno para ti.
― ¿Quién te crees que eres para decirme que hacer?
― ¿Ashton? ― una voz salió tras la espalda de Ashton, mientras una mano de uñas pintadas negras se apoyaba en su hombro ― ¿Estas muy ocupado?