¿Cómo podría amarlo?
Phoe se sentía rota, se sentía incapaz de nada más que estar en aquella cama cerrando sus ojos tratando de olvidar.
Tras el silencio de Phoe, Luke se apoyo en la puerta sin volver a decir palabra. Maia fijó su mirada en Ashton que miraba la escena tan impactado como yo. Ninguno esperaba una confesión así por parte de Luke, menos en un momento así.
Ninguno supo qué hacer, o que decir cuando Luke atravesó el living y se fue dando un portazo. ¿Por qué Phoe no había dicho que también lo amaba?
Maia no podía culparla, no podía hacer conjeturas sin tener idea lo que le había pasado, lo único que sabía era que Luke no merecía eso. No había merecido ese rechazo silencioso.
— Hey, hey — dijo Ashton mientras se acercaba a Maia, y la abrazaba fuerte contra su pecho.
— ¿Qué?
— No vayas por ese camino.
— ¿Cuál?
— Puedo ver la preocupación en tus ojos.
— No puedo evitarlo.
— Lo sé, y es obvio tras lo que le paso a Phoe, pero tenemos que ser fuertes por ella.
— Quiero verla y hablar con ella.
— Tiene que estar preparada.
— ¿Cuándo será eso? Lleva mucho rato encerrada ahí sin decir nada. No, no sé. Necesito verla.
— Tranquila — besó su mejilla y apoyo su frente en la sien de la morena — Pasaremos por esto juntos. Te lo prometo.
— Gracias Ash, gracias por todo. Sin ti, no sé que hubiese hecho.
— Para eso estoy aquí, para ti.
— No sé que voy hacer una vez que me vaya — escapó de sus labios sin pensarlo.
— ¿Irte? — Ashton se separó de ella, haciendo que extrañara la calidez de su cuerpo al instante.
— No voy a estar aquí por siempre.
— ¿Qué?
— Estoy de intercambio Ash, tú y yo lo sabemos.
— Pero no es necesario que te vayas.
— Es más que una necesidad, es una obligación. No puedo quedarme en tu país sin visa.
— Casémonos.
— Tonto — dijo abrazándolo por el cuello, y sonriendo a pesar de todo. Apoyó mi rostro en su pecho y se permitió cerrar los ojos. Estar entre sus brazos era el único lugar que deseaba estar. Y sabía que era débil por admitirlo, pero era inútil hacerlo cuando las mariposas eran clara prueba que ya había perdido una batalla conmigo misma. La de no enamorarse.
— Quiero que sea con separación de bienes — sus labios acariciaban mechones de su largo pelo mientras hablaba.
— ¿Separación de bienes? — preguntó fingiendo estar indignada.
— Debo cuidar lo mío.
— Mmm, ¿cómo puedo convencerte de lo contrario? Ya sabes, si me caso contigo, será solo por interés de una visa y un par de millones a mi cuenta — dijo mirándolo seria, tratando de evitar sonreír.
— Bésame.
— ¿Tan simple?
— Así de simple es contigo.