Ashton se subió a la moto, y me ordeno con la mirada que también lo hiciera. Lo hice no muy segura. Ni idea 'lo que teníamos que hablar'. Además estaba enfadada, realmente enfadada con él. Verlo con Alex nuevamente me hacía sentirme bastante deprimida de un segundo a otro, solo él era capaz de hacer cambiar mi estado de ánimo, lo cual es la principal razón del enfado. Detesto que tenga control sobre mí de esa manera. Y es que es primera vez en mi vida que siento celos.
Lo abracé por la cintura, pero sin tocarlo realmente, solo lo necesario. Pero tomo mis brazos y los envolvió alrededor de él.
— Más seguro así — murmuró mientras encendía la motocicleta. Asentí, y apoye mi rostro en su espalda, cerré los ojos y me permití creer que las cosas con él eran simples. Que podíamos enamorarnos y no había obstáculos entre nosotros.
El frío viento golpeo el sweater, pero gracias al calor de Ashton, realmente no me afecto, me sentía tan bien estando cerca de él.
Se detuvo en un parque, y estaciono su moto en la acera, espero hasta que bajara para hacerlo él. Me quede mirándolo esperando que me dijera que hacer, estaba más nerviosa de lo que nunca lo había estado en su presencia.
— Caminemos hasta allí — dijo mientras señalaba un árbol.
Caminamos en silencio, y luego nos sentamos en el césped.
— ¿Que tenía que decirme Ashton?
— ¿Por qué estas enfadada conmigo?
— Ash, mira, hoy en la mañana perdí los nervios, no es tu culpa...
— Lo es Maia, sé que no estuvo bien aparecer en esas condiciones en tu casa anoche, tú no tienes porque aguantar esa mierda, pero no tenía donde ir, y pensé en ti. No quiero que no me hables, hace más de un año que no tengo amigos, que no hablo con la gente, y estaba bien así hasta que tu llegaste. Quiero que seas mi amiga Maia, no quiero que me dejes.
— Ash — dije con un nudo en la garganta, no hubiese esperado tanta sinceridad ni en un millón de años — Claro que quiero serlo, en realidad, no voy a darte la espalda por el problema que tienes — dije tomando su mano — Es solo que tengo miedo de que... Olvídalo, nada.
— Dime — dijo mientras jugaba con los dedos de mis manos.
— No es nada, solo quiero que seamos amigos — dije con la voz para nada segura. Por supuesto que no quería eso, pero él no tenía porque saberlo. Menos cuando quizás ese beso no había significado demasiado para él.
— Maia ¿Que hay entre Horan y tú? — dijo Ash sacándome de mis pensamientos.
— Estamos conociéndonos.
— ¿Que quieres decir con eso?
— ¿No está claro?
— ¿Te gusta Niall?
— No, claro que no.
— ¿Entonces?
— ¿Entonces qué?
— No, nada olvídalo — dijo mientras peinaba su cabello.
— ¿Y a ti te gusta Alex?
— Jamás.
— ¿Jamás? — reí.
— No, no es mi tipo. Habla demasiado.
— ¿Tú crees? — dije alzando una ceja.
— Yo creo — dijo abrazándome.
— ¿Y el abrazo porque?
— ¿No puedo simplemente abrazarte?
— Puedes, pero...
— Si puedo entonces no hay discusión que valga...
—Tonto — reí mientras lo empujaba y lo hacía caer al césped.
— ¿Era necesario eso? — dijo tumbado de espaldas, sin moverse, como si se hubiera rendido con sus manos a sus costados.
— No, pero quería hacerlo ¿No puedo simplemente botarte al cesped? — dije imitando su voz.
— Morena, puedes incluso tirarme a un río y no protestaría.
— No me tienes Irwin, no me tientes.
— Voy a tentarte todo lo que quiera — dijo mientras mordía su labio inferior.
— Sigues provocándome — dije mientras me acercaba lentamente a él, con nuestros ojos fijos, sin romper la mirada.
— Y ten seguro que no voy a parar de hacerlo — dijo incorporándose en sus codos, y quedando a milímetros de mí.
— Dime una cosa — dije con la voz un poco más aguda de lo normal.
— ¿Hmm? — dijo sonriendo de lado.
— ¿Tú... tienes cosquillas?
— ¿Cosqui— quedo a la mitad de la frase ya que empecé a hacerle cosquillas a los costados, cayó de nuevo de espaldas sin parar de reír.
— Ya tengo la respuesta — dije riendo y dejándome caer a su lado.
— Te voy a matar — dijo sin parar de reír. Y su risa era lo más hermoso que había oído jamás.
— No lo harás.
— Tienes razón. — dijo mientras tiraba un mechón de pelo juguetonamente — ¿Que harás hoy en la noche?
— Nada realmente.
— ¿Quieres que veamos una película?
— ¿De verdad?
— Claro...
— Genial! Quiero que veamos Los Juegos del Hambre.
— Nah, una de terror.
— No quiero una de terror.
— Pues yo si.
— La ves solo.
— Bueno, pero en tu casa.
— No voy a prestarte mi casa para que veas una película de terror sin mí — dije sentándome en el pasto.
— Lo harás — beso mi mejilla, y luego se levanto — Quieras o no, estaré en tu casa esta noche.
— ¿Y si no te abro?
— Boto la puerta abajo.
— Te denuncio.
— ¿Tanto te cuesta decir si?
— No soy una chica fácil Irwin, lo lamento.
Solo sonrió mientras tomaba mi mano y me llevaba hasta la moto.