Entré en la habitación, y me encontré a Maia revisando entre mis cajones. Me pare cerca de ella y la observé durante unos segundos. Se detuvo frente a la pequeña nevera que había en un rincón y sacó un par de cervezas.
― Olvídalo ― dije tomándola por sorpresa de la cintura, y alejándola de las latas.
― Pero solo quería un poco ―dijo haciendo un mohín.
― Ya bebiste demasiado.
― Pero…
Antes de que dijera algo, la tomé entre mis brazos y la deje sobre la cama. Ordené las sábanas y la tapé con el edredón.
― Hora de dormir ― dije inclinado hacia ella.
― ¿Tú no vas a dormir acá?
― Solo si me lo pides ― dije tras su oído.
No oí respuesta, y una vez que alcé mis ojos para ver los de ella vi que estaban cerrados y su respiración se hacía más ligera. Sonreí y besé la comisura de sus labios, me alejé de la cama y estuve a punto de salir de la habitación hasta que las palabras de Phoe me hicieron retroceder y pensar.
¿Sería la única forma de tenerla haciéndole creer que había pasado algo entre nosotros?
Tomé una respiración profunda, y di un paso hacía ella. Era tan fácil meterme entre las sabanas con ella, y hacerle creer que entre nosotros había pasado algo.
El peso de la decisión presionó sobre mis hombros, incluso cuando la tomé.
Me arrodillé en la cama y me acerqué hasta ella, quite el edredón y deje su pequeño cuerpo a la vista.
― Hey, Maia ― susurré, odiándome por ser tan mala persona. Pero la deseaba, y quería que fuera solo mía. No obtuve respuesta. Quite su camiseta y la deje solo en su ropa interior, tire las prendas lejos de la cama y me metí en la cama semidesnudo junto a ella.
Bese sus mejillas, sus ojos cerrados y su mandíbula, su cuerpo claramente estaba más despierto que ella y sus manos comenzaron a acariciar mi espalda. Sus manos se sentían como seda y mi cuerpo sintió escalofríos cada vez que hacíamos contacto. Apoyé mis labios sobre los de ella, una vez que hicieron contacto supe que había tomado la decisión correcta, porque nada en el mundo se había sentido mejor que eso.
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Narra Ashton:
Había pasado la noche sin dormir, y ya ni siquiera sabía que hacer para que la desesperación no me consumiera.
Podría conducir, podría escapar, pero no estaba de humor, no quería ser un cobarde como siempre.
Había opciones frente a mí, pero no había ninguna que pudiera tomar.
No me quería. No me quería. Estaba como idiota sin dejar de darle vuelta sus palabras a cada segundo.
¿Dónde estaría? ¿Estaría pensando en él?
Tantas preguntas sin respuesta, tantas dudas sin ser resueltas.
Y Phoe, ¿Qué demonios había tratado de decir?
Pasé las manos por mi rostro y caminé hasta el balcón. El día era gris, estaba oscuro aún y quedaban horas para que la ciudad despertara. El frío despejo un poco mi mente, pero mi cuerpo sentía el mismo cansancio y la sensación de ahogo en mi pecho.
No estaba manejando bien la situación, y eso distaba mucho de tener autocontrol. Y me detestaba por estar siendo tan débil. ¿En qué momento había vuelto a sentir?