- ¿Que mensaje?
- ¿No lo oíste? Bueno, eso explica que no traigas ni los tacones ni la minifalda.
- Muere de desilusión.
- Lo estoy haciendo, en el fondo de mi corazón.
- No tienes.
- Porque tu me lo destrozaste.
- Ojalá hubiese tenido el privilegio. Sabemos que no naciste con uno.
- Mi ex no diría lo mismo.
- Diría cosas peores.
- En realidad...
- No me interesa, ni tú, mucho menos tus ex Jack, así que ¿dónde vamos? - dije cambiando de tema.
- ¿Estas celosa?
- ¿Estamos hablando en serio o qué?
- Por supuesto - dijo tomando mi mano y tirando de mí hacía él.
- Hey, hey, ¿que haces? Suéltame pervertido. Llamaré a la policía. - le advertí mientras forcejeaba. Sabía que no me haría daño, había tenido tantas oportunidades para hacerlo, estaba claro que era solo un chico sin nada más interesante que hacer que perseguirme, nada peligroso.
- Les diré que eres mi novia, y que discutimos porque una rubia me coqueteo, y te pusiste celosa.
- ¿Crees que te creerían? Ni en mil años saldría contigo.
- Vamos muñeca, mírame - dijo tomando entre sus manos mi rostro - ¿No soy el chico más guapo que has visto en tu vida? - dijo sonriendo de medio lado, con sus ojos grises achinados y luciendo completamente adorable.
- No, definitivamente no. Los hay mucho mejores.
- Mentirosa - acercó su rostro a mío, estuve a punto de empujarlo, pero antes de que lo hiciera sus labios se posaron en la comisura de mis labios.
- No estás bueno en lo absoluto - murmuré una vez que recuperé la distancia entre ambos.
- Lo sé - dijo riendo de mi cara roja mientras despeinaba el pelo de su nuca.
¿No tenía nada mejor que hacer que hostigarme?
Por fin llegamos a un bar que parecía sacado de los noventa. Con la palabra 'Joe's Breakfast' en neón rojo, y las murallas pintadas de amarillo y el piso un mosaico de baldosas blanco y negro, parecía un tablero de ajedrez.
Caminamos hasta una mesa al fondo, todas las demás estaban vacías.
- ¿Que vas a querer? -preguntó Jack mientras se acomodaba en una silla que parecía demasiado pequeña para él.
- Un café.
- ¿Y que más?
Realmente no tenía apetito, solo quería llegar a casa y esconderme bajo las mantas y llorar, pero estaba segura que todo tendría el aroma de Ash, y lo recordaría aún más. Entre más me mantuviera lejos de mi casa y despierta, mejor. No estaba dispuesta a enfrentarme a recuerdos tan recientes, y tan dolorosos.
- No tengo hambre. - murmuré mientras estudiaba la fotografía que estaba colgada en la muralla de Damon Albarn.
Mientras Jack jugueteaba con la carta plastificada, un chico se acercó a nosotros. Alcé la vista para verlo, pero al hacerlo note que recorría mis piernas con su mirada más de lo necesario. Maldito vestido, malditas medias. Aparté la vista avergonzada, y oí como Jack carraspeaba.
- Queremos waffles, unas medialunas, y café. - anunció atrayendo la atención del chico.
- ¿Solo eso?