Maia cerró sus ojos durante un par de segundos mientras la enfermera le relataba el estado de Jack, nada bueno. Las lágrimas se agolparon en sus ojos al escuchar que lo habían encontrado en un callejón, apenas con signos vitales. Imaginó como horas antes Jack había sido encontrado en el piso, con su vientre cubierto por sangre y sus pulmones apenas captando aire. Un sollozo ahogadosalió de sus labios, y las personas que pasaban a su alrededor posaron sus ojos en ella con lastima.
Al imaginarse la imagen, se mezclaba el rostro de Jack, el chico de ojos grises que era un dolor de cabeza, y de Frank, su hermano menor que solo Dios sabía dónde estaba y si estaba bien.
¿Y si su hermano iba a tener la misma suerte? ¿Y si alguien le hacía daño y nadie estaba ahí para ayudarle?
Se trago las lágrimas, el nudo en la garganta y le prometió a la enfermera que estaría ahí y que le agradecía que llamara. Tras eso, tomó un taxi y rezó para que esto fuera un mal sueño, y no le pasara nada malo a Jack.
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Maia caminó por el frio piso mientras acariciaba sus brazos para darse calor. Quito una lagrima de su rostro, y se detuvo frente a las puertas de vidrio que la separaban del chico que había rechazado hace menos de 24 horas. Se sentía culpable, se sentía impotente. ¿Por qué le habían disparado?
— ¿Señorita Rodríguez?
Maia alzó la vista de las baldosas blancas y se encontró con doctor que la miraba atentamente.
— ¿Si?
— La enfermera me dijo que está aquí por Jack Rayne.
— Si señor.
— ¿Eres pariente?
— Solo…
— ¿Su novia?
— Soy lo único que tiene — fue lo único que pudo contestar, sin ni siquiera saber que lo que decía era completamente cierto.
— Bueno, lamento comunicarle que Jack Rayne, está en estado crítico y no puedo asegurarle que pase la noche. ¿Le gustaría acompañarlo?
— Yo — su lengua se sentía pesada, y no sabía que decir, las palabras duras y frías del doctor fueron como un golpe justo en su estomago — Si, gracias — susurró con el corazón desplomándose.
No quería ver a Jack así, no quería verlo morir, así como tampoco iba a permitir que estuviera solo. Así que se levanto de la silla, y siguió al hombre de bata blanca hasta una habitación aislada al final del pasillo.
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Los sonidos de aquella sala hicieron que los vellos de sus brazos se pusieran de punta, y un pequeño temblor sacudiera su cuerpo.
No quería estar ahí, no quería presenciar como la vida de Jack se extinguía poco a poco.
Pero tomo una silla y la puso junto a la cama de sabanas blancas inmaculadas, y por primera vez dejo de mirar el cardiograma para enfocarse en los rasgos de Jack.
Tenía ojeras marcadas, labios secos y una palidez poco natural, su pelo negro lucía sucio y sus pestañas descansaban sobre sus mejillas. ¿Por qué tenía que pasarle esto?
— Hola Jack — susurro mientras pasaba sus manos por su pelo y lo apartaba de su frente. — Soy Maia, y quiero que sepas que voy a estar contigo ¿vale? Toda la tarde, y la noche que. No lo malinterpretes ah — tomo su mano fría entre las suyas con fuerza — Y mañana también. Si, aunque hayas sido un idiota, voy a estar para ti porque tú siempre lo estuviste para mí, porque pese a todo, te quiero Jack. Y no quiero que te vayas. No lo hagas. Tienes una vida por delante, un futuro por el cual luchar, el pasado no importa, este será un nuevo comienzo, y no les darás el gusto a esos malditos que te dispararon.