Al fin y al cabo.

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Luke entró por la ventana sin importarle los cristales rotos, ni las heridas que estos le habían provocado. Caminó hasta Phoe y tocó su hombro para que alzara su rostro. 

Lo miró completamente perdida, y asustada. 

― Voy a llamar a la policía ― anunció en voz alta. 

― No, por favor, no, solo vámonos, ¿bueno? 

― ¿Quién te ha hecho esto? ¿El mismo de la otra vez? 

― Ha sido Jack, anoche me atacó. 

― ¿Jack? ¿Quién es Jack?

― Solo vámonos. 

Se levantó de la cama, con la mentira de Jack en sus labios aun sabiendo mal, y ayudada por Luke logro salir por la estrecha ventana. 

Luke la tomó en sus brazos hasta el auto, y luego una vez acomodada en el asiento de copiloto, la tapo con su chaqueta, y no dejo de mirarla hasta que llegó a su casa. Sus padres, estaban dormidos, así que en silencio la subió hasta su habitación. 

Phoe, estuvo en silencio en todo momento, y cuando la depositó en su cama no dijo ninguna otra palabra. 

¿Quién demonios era Jack? 

•••

Maia se levantó y salió fuera de la habitación de Jack, el aire la asfixiaba, aquel lugar estaba consumiéndola, así como también sus pensamientos. 

Presionó sus manos, una contra la otra, con su respiración evidenciando la ansiedad y miedo que sentía. Era uno de esos momentos grises, en los que no sabía qué hacer para salir de ellos. Respiró profundo, miró al cielo para evitar que las lágrimas cayeran, pero ni esa ni ninguna técnica barata podían ayudarla ahora. 

Las cosas no funcionaban así, no era tan fácil. Camino por el pasillo, pero sus piernas le fallaban y no podía caminar al ritmo frenético que deseaba para alejarse. Todo lo contrario. 

Se dejo caer en una banquita, cerró los ojos con fuerza y mordió su labio inferior. 

¿Por qué a ella? 

― ¿Se encuentra bien?

Alzó el rostro rápido y se fijo en el señor que estaba sentado junto a ella. El hombre tenía unos cincuenta años, usaba gafas y llevaba un café en sus manos. 

― Yo, si, gracias. 

― No lo parece. 

― No no, lo estoy, en serio, solo necesito un momento. 

― ¿Alguien de tu familia está mal?

Sonrió ante la pregunta, era irónico por que todos lo estaban, incluso ella. Pero no era eso lo que la tenía así, no del todo. 

― No, no es eso. 

― ¿Por qué estás aquí?

― A un amigo le dispararon. 

― ¿En serio?

― Si, no lo entiendo. De verdad que no. Él, él es mejor que eso, mejor que la vida que lleva.

― En su mayoría, la gente merece más de lo que tiene, pero así es la vida. 

― Lamentablemente, si. Pero es lo que hay, ¿no?

― No, podemos hacer algo mejor que eso. 

― ¿Cómo qué?

― Si tomamos las decisiones correctas, podemos mejorar nuestra vida. O por último, mejorar la persona que somos. 

― ¿A qué se refiere?

― Muchas veces, por el egoísmo nos cegamos y terminamos haciendo las cosas que no son las correctas. 

― ¿Qué tipo de egoísmo?

― El amor, ¿Qué egoísmo más grande que ese?

Un nudo se formó en su garganta, ¿era el amor egoísta?

― No lo sé. 

― Mira, el amor nos vuelve posesivos, celosos, controladores, y rencorosos. Saca el orgullo a flote, y nos hace perder el tiempo con peleas innecesarias. ¿No crees que eso sea egoísmo? Son solo emociones negativas, son solo emociones volátiles. 

― ¿Y las mariposas en el estomago, las ganas de hacer un mundo mejor por esa persona?

― Cariño, la vida es más que ilusiones vacías y sin fundamentos. ¿Cuántos años tienes?

― Tengo diecisiete. 

― Eres una niña aún, tienes la vida por delante. Amores vendrán muchos, correctos pocos. 

― Yo… lo sé. 

― Es bueno que lo sepas, no pierdas de vista lo que quieres para ti, ni para la gente que quieres. 

― No lo haré. 

― Excelente. 

― Señor… ¿Puedo pedirle un consejo?

― Todos los que quieras. 

― Yo no soy de acá, estoy de intercambio. Y tengo que irme pronto, mi mamá y mi hermano me necesitan. 

― ¿Y quieres irte?

― No ― susurró mirando sus pies. 

― ¿Alguna razón en especial?

― Hay un chico, y… estamos juntos. 

― Ya, cuéntame más de tu familia. 

― No mucho, mi mamá es alcohólica, mi hermano un drogadicto. 

― ¿Y quieres sacarlos de eso?

― Claro, no quiero que mi familia se derrumbe. 

― ¿No crees que ya lo hizo, cariño?

― Puedo arreglarlo, lo puedo hacer. 

― Entiendo, entiendo. ¿Y tu duda, es que no sabes si volver con ellos y salvarlos, o ser feliz y quedarte con este chico?

― Si, no sé qué hacer, no sé qué camino tomar ni dónde ir. 

― Para mí está claro cariño. 

― Para mí también, pero no sé si sea capaz de hacerlo. 

― Lo eres, tienes unos ojos cafés bastante inteligentes y bonitos. Sé que harás lo correcto, pero recuerda que tienes derecho a sentirte mal, y sentirte débil. A lo que no tienes derecho es dejarte caer, y no levantarte. Así que ahora, levanta ese mentón, acompaña a tu amigo, y que tengas buen viaje de regreso a ese país tuyo. 

― Gracias señor ― dos lágrimas cayeron por su rostro, pero las limpió de inmediato y le sonrió a ese hombre desconocido que le sonreía amablemente. 

Se sobresaltó cuando una voz en alto parlante comenzó a solicitar al doctor Judd. 

― Bueno, creo me llaman. Ten una buena vida, cariño.

― Lo mismo digo. 

Y Maia, con una resolución tomada, volvió a entrar a la sala de Jack para sostener su mano y dormir junto a él, segura de haber tomado la decisión correcta. Difícil quizás, pero correcta al fin y al cabo. 

A tu lado // Ashton Irwin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora