Honestidad.

792 54 3
                                    

― Hola Maia ― las consonantes arrastradas de su mamá en español hicieron que el pecho de Maia diera un pequeño salto, hace bastante no oía su voz ― ¿Para qué llamas? 

― Quería saber acerca de Frank. 

― Sabes que Frank está desaparecido. 

― Mamá, lo sé. ― la impaciencia de siempre la estaba empezando a desesperar, pero los fuertes brazos de Ashton alrededor, su pecho desnudo sosteniéndola, hacían que el momento fuera menos difícil ― ¿Has sabido algo de él?

― Nada aún, creo que estaba en casa de su abuela. 

― No estaba en casa la abuela, tú misma lo dijiste la vez pasada. 

― Ah, verdad. 

― ¿Estás bien? ― preguntó Maia, agradeciendo que Ashton no entendiera nada de lo que estaban hablando. 

― Si cariño, lo estoy. Lo estoy a pesar de que mi hija me abandono, y mi hijo está desaparecido. 

― Mamá… 

― ¿Tienes algo más que decir? 

― Busca a Frank, por favor. 

―¿Ahora me pides favores? 

― Es tu hijo ― casi gritó, y su cuerpo se tensó entero.

― Ustedes dos ya dejaron de serlo ― dijo con la voz arrastrada por el alcohol. Y cortó sin más. 

Quedó con el teléfono en la mano, con el tono de ocupado repercutiendo en su mente. Ashton le quito el teléfono suavemente, y la apretó más contra él. Las lágrimas empezaron a salir de sus ojos humedeciendo la piel de Ashton, y el beso su pelo suavemente. 

Ashton no tenía idea que había pasado, ni que habían dicho, pero podía adivinarlo por su voz y aquellos sollozos entrecortados. Si pudiera hacer algo… 

― ¿Qué pasó? ― susurró, sin querer presionarla a hablar. 

― Frank no aparece, no está por ningún lado y mi mamá no quiere cooperar. Estoy de manos atadas, y probablemente la persona que más quiera este tirado o escondido en algún de mala muerte. 

― ¿Por qué tu mamá…?

― Mi mamá es alcohólica, no tiene idea lo que hace o lo que dice la mayoría del tiempo. Mi papá también lo era, y mi mamá desde que él no está, asumió sus mismos malos hábitos. Así ha sido durante un largo tiempo, cuando estaba por lo menos podía cuidar de Frank, y de ella. Pero desde que estoy acá, las cosas han empeorado. Y no sé cómo ayudarlos. 

― Maia, no deberías llevar tanto peso en tus hombros. 

― ¿Y si no lo hago yo? ¿Quién? A nadie le importa, todo el mundo hará como si no es su asunto y harán vista ciega. Los dejaran caer en la miseria mientras yo los abandono. Jamás le haría eso a alguien que amo. No dejaré que el alcohol mate a mi mamá, ni que las drogas me quiten a Frank. Por eso estoy aquí, buscando nuevas oportunidades, buscando… ― a estas alturas ya no podía hablar más. Las lágrimas eran muchas, los temblores también y la sensación de vulnerable la superaba. Jamás había hablado de esto con alguien, por eso estaba aterrada. 

Ashton no pudo más que abrazarla más fuerte, sufriendo por ella. Deseando quitar un poco de responsabilidad de su vida, y asumirla él. Él podía darle dinero para ayudar a su mamá, y si ese dinero no era suficiente, podía trabajar para reunir más. Solo no quería verla tan desprotegida, ni tan impotente por no poder ayudar a los suyos. 

Se quedaron en silencio durante un rato, ella apreciando y memorizando cada segundo en sus brazos, él pensando en lo mucho que le gustaría cambiar su mundo. 

Maia alzó la vista y vio aquellos ojos verdes serios y preocupados, una puntada de amor hizo que su corazón doliera. Por eso no quería contarle nada, para no abrumarlo con más problemas. 

― ¿Y qué pasa con tu mamá? ― pregunto ella, tratando de cambiar de tema. 

― Ella me odia. 

― Eso es imposible. 

― ¿Por qué? 

― Nadie que te conociera realmente podría hacerlo. 

Ashton sonrió a medias, y busco aquellos dulces labios con los que tanto había soñado cuando no la tenía. Ella, en lugar de alejarse o dudar, solo lo abrazo por el cuello, intensificando aquel tierno roce de labios.

La mano de Ashton se deslizo bajo su camiseta y empezó a acariciarla suavemente. La calidez de su mano provocó pequeños estremecimientos en Maia, quien empezó a depositar pequeños besos por el rostro, su cuello y los hoyuelos que tanto amaba. Ashton la alzó en sus fuertes brazos y la llevó hasta la habitación. 

La dejo sobre las sabanas blancas, y se recostó junto a ella, para besarla con más intensidad aún. Con su mano recorriendo su vientre y enviando corrientes eléctricas por todo su cuerpo. Maia sonrió cuando lo miró a los ojos, era tan fácil cuando estaban juntos, como él era capaz de darle la calma, de quitarle el miedo. 

Fue ella quien quito su camiseta, y quedo desnuda frente a él. Los ojos verdes no se despegaban de los suyos, y aquella mirada la atravesó por completo. Lo amaba. 

― Te amo ― y lo dijo por que algo así no podía callarlo. 

― Y yo más, ¿te he dicho lo preciosa que eres? ― dijo arrastrando su cuerpo sobre ella, cubriéndola con su calor. 

― No, de seguro se lo dijiste a otra. 

―Maia ― rió contra sus labios ― No, no se lo he dicho a nadie. Solo te amo a ti. 

―Es bueno saberlo ― respondió con una sonrisa mientras retiraba un mechón castaño de su frente ― No puedo creer la suerte que tengo. 

― Yo tampoco. Eres muy, muy, muy afortunada ― cada ''muy'' entrecortado por un pequeño beso. 

Entre sonrisas, besos y risas Ashton amo a Maia, y Maia lo amo a él. Recorriendo cada centímetro de su cuerpo, abrazando cada trocito de su alma. Porque lo quería y aceptaba por completo, con sus sombras y con aquello que saltaba a primera vista. 

Bajo la fría noche hicieron el amor hasta dejarse claro con sus cuerpos aquellos que a veces las palabras no alcanzaban a explicar. 

•••

Jack miró la casa de tres plantas, diseño moderno y patio completamente cuidado. Se sintió fuera de lugar, pero qué más daba, sentirse incomodo era lo último que debería preocuparle. 

La puerta se abrió por fin, y salió una señora de pelo oscuro, rizado y mirándolo de pies a cabeza.

Carraspeó un poco, buscando su voz. 

― Disculpe, ¿se encuentra Phoe? 

―¿Para que la necesitas? ― dijo con el tono altanero que tienen algunos de clase alta. 

― Asuntos privados. 

― ¿Asuntos privados? 

― Si. 

Antes de que la mujer dijera algo, Phoe apareció tras ella por arte de magia, cuando lo vio su mandíbula casi cayó al piso y tenía una expresión desencajada. 

― ¿Jack? 

― Hola Phoe, estaba justo pidiéndole a tu mamá que fuera a buscarte. 

― Gusto verte. 

― Lo mismo digo. 

― ¿Podemos hablar en otro lugar? ― pregunto la chica nerviosa. 

― Claro, ¿vamos?

― Vamos ― dijo saliendo sin dar explicaciones. 

La mujer no quitaba los ojos ni de mí, ni de su hija. 

Phoe me indicó que fuera en su auto, pero me negué, que ella me siguiera. 

Condujimos un par de cuadras hasta que encontré un pequeño parque vacío. Caminé hasta el centro y encendí un cigarrillo mientras Phoe se estacionaba. 

― ¿Qué quieres? ― preguntó realmente molesta, sin muestra de nerviosismo. 

― Volviste con Park ― dijo Jack, observando las marcas mal disimuladas en su cuello y en sus muñecas, era bien sabido que en asuntos de dormitorio Park era bastante poco sutil, por decirlo de alguna manera.

― Eso no es de tu incumbencia.

― Tiene razón ― dijo encogiéndose de hombros ― Quería hablar de otra cosa. 

― No voy a salvar tu trasero esta vez Jack, tú tienes la culpa que los hombres de mi papá estén tras de ti. 

― No iba a pedirte que me salvaras el trasero nuevamente ― dijo enojado. 

― ¿Entonces qué? ― ahora ella parecía impaciente, con sus rizos negros desordenados por la ligera brisa. ― Mira Jack, son las nueve de la mañana apenas, debe ser algo importante. 

― Es acerca de Maia. 

― ¿De Maia? ¿Qué paso? ¿Te aburriste de ella?

― No, todo lo contrario. Pero no quiero seguir conspirando contigo. 

― ¿Y ya no quieres algo con ella?

― No de esta manera, no jugándole sucio. Cree que nos acostamos cuando nunca ocurrió, ¿sabes cómo debe sentirse? 

― Mira Jack…

― No Phoe, ella no es como tú. Su vida no son mentiras y más mentiras, ella no es como nosotros. Ni como ese chico drogadicto que insistes en tener. Es mejor que todos nosotros. 

― ¿Estás diciendo que te sales del plan? ¿Qué no vas a seguir mis órdenes? 

― Exacto. 

― ¿Me estas traicionando? 

― No, solo elegí serle fiel a ella. 

― No te va elegir ― dijo riendo. Su risa causo un peso en el estomago de Jack, porque quizás tenía razón. 

― Y tu mentira no durará por siempre. 

― ¿Estas amenazándome? 

― Phoe, alguna vez sabrán que nadie te violo, que nunca nadie te hizo daño. Que solo utilizaste a Maia como anzuelo, y que lo único que has buscado es a ese por un capricho. ¿Quieres molestar a Park, verdad? 
¿Quieres mostrarle que puedes tener una relación normal? ¿Qué alguien más si puede quererte y cuidarte, no como él que solo te hiere? 

Phoe al escuchar todo aquello, no atino nada más que a golpearlo en el pecho tanto como le era posible. Jack no tenía derecho a decir eso, nadie tenía derecho a hacerlo. 

Jack sujetó ambas manos, sintiéndose mal por ella, porque no sabía que realmente quería ni cómo conseguir las cosas sin involucrar al resto. La sostuvo hasta que se calmó, y sin tener más que decir, fue hasta su coche. 

Ahora venía lo más difícil. 

Hablar con Maia. 

A tu lado // Ashton Irwin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora