Lo inevitable.

843 50 1
                                    

Narra Phoe: 


Apagué la radio de golpe. Las canciones románticas me hacían querer arrojarme desde el puente más cercano. Mi teléfono no dejaba de vibrar, y de seguro que no era otro más que Mike queriendo saber donde estaba. Lo apague y lo lancé al asiento trasero. 

Estaba en las afueras de la ciudad, con mis manos sudadas apretadas al volante y sintiéndome más sola que nunca. 

Estar fuera de esta casa me provocaba nauseas, y que los recuerdos regresaran con toda claridad. La casa de Park no siempre me había provocado esto. 

Había sido tarde aquel día, y había venido porque necesitaba verle. No había estado en casa, y solo estaba su pandilla. Entre ellos Jack. 

Había entrado de todas formas, diciendo que le esperaría. Deseaba verlo realmente. 

Jack me había mirado de pies a cabeza y me había ignorado, pero el resto había mostrado demasiado interés y se acercaron más de lo que me hubiese gustado. Me había sentado en un sofá apartado, pero un chico de mohicano y pelo negro se había acercado demasiado, y no había pasado mucho hasta que su mano se poso en mi pierna. 

Mire asustada a todos lados, pero a nadie le importó. 

― Déjala en paz, Kendall ― gritó Jack desde la cocina. 

― Solo estamos conociéndola ― dijo sonriendo. 

― Park te cortara la mano si se entera. 

― Lo dudo, le gusta compartir sus chicas. 

― No está. 

― ¿Y por qué?

Se hizo un silencio, y todos los chicos que estaban bebiendo se quedaron callados. Kendall se alejó de mala gana y se bebió la cerveza de un trago. Y espere ahí durante casi una hora, viendo como poco a poco se iban marchando y solo quedaba Jack. 

― No deberías estar aquí ― dijo mientras encendía la radio y ponía una canción de Beck. 

― Creí que estaría aquí. 

― Se quién eres niña. 

― ¿Disculpa?

― Se que tu papá trabaja con Park, y que es uno de los hombres más ricos de la ciudad. Y ambos sabemos como hizo esa riqueza, no honestamente que digamos. Ambos sabemos que es un estafador. 

― No hables así de mi padre. 

― Conozco a tu padre, también trabajo para él ― dijo encogiéndose de hombros. 

― Y si hablas demás, sabes lo que pasara ― dije fríamente. No gustándome nada como este tipo se creía con la autoridad de decirme que hacer. 

― Vaya, de tal palo a tal astilla. 

― Cállate bastardo. 

― Bueno, jefa― dijo con un brillo irónico en los ojos. 

― ¿Dónde está Park?

― Mira princesita, Park está ocupado, y no deberías venir sin avisar. 

― Quería verle. 

― Ya, pero Park no es un juguete que está disponible cuando quieres. 

En aquel momento la puerta se abrió y Park, el chico de ojos azul cielo y sonrisa resplandeciente, apareció completamente borracho y con dos chicas bajo sus brazos. Su mirada de desconcierto y furia fue tal, que hizo a Phoe retroceder en su asiento y querer desaparecer. 

― ¿Qué haces aquí? ― casi escupió las palabras, arrastrándolas debido al alcohol. 

― Que…quería verte. 

― Pues yo no. 

― Park… 

― A mi habitación, ahora ― grito ― Y ustedes chicas, quédense con mi amigo. Vengo por ustedes en dos segundos ― dijo en el oído de una rubia pero lo suficientemente fuerte para que yo yoyera, y no perdiera detalle de sus palabras. 

Caminé directo a la habitación y me senté en la cama. Estaba deshecha y no quise pensar que había estado haciendo en ella. 

― Creí haber dicho que no quería verte por aquí ― dijo cerrando de un portazo. 

― Es que Park…

― Mira niña ― dijo tomándome del brazo y obligándome a pararme, el golpe de su mano impacto mi mejilla dejándome aturdida ― Vas a entender algo. ― sus manos tomaron mis caderas y me apoyaron contra la pared. Apoye mi espalda en ella tratando de buscar estabilidad, el golpe me había dejado demasiado mareada ― Tú, solo vendrás cuando yo te llame, y cuando a mí se me antoje ― sus manos recorriendo mi cintura y mis pechos, el miedo aturdiendo mis sentidos, y quitándome la voz― Cuando yo quiera acostarme, te lo diré, y tu vendrás corriendo hacía a mí, cuando yo quiera que te quites la ropa ― dijo rasgando un poco del vestido de algodón y metiendo su mano bajo el dobladillo― Te la quitaras, y cuando quiera que me beses lo harás, nada más que eso ― sus labios se posaron en mi cuello y comenzaron a chupar mi piel provocándome un estremecimiento, hice una mueca de dolor al sentir como dejaba marca en ella. Cuando termino de marcarme, se alejó y abrió la puerta. 

― ¿Entendido? 

Solo asentí y salí de ahí con lagrimas en mis ojos. Corrí hasta mi auto y me aleje hasta un parque cercano, me senté en la banca y llame a Maia, con el dolor en mi rostro palpiando, con las lágrimas corriendo por mis mejillas. 

Cuando estaba sola y aturdida, recordé a Ash. La forma en que miraba a Maia y la protegía incluso si ella no se daba cuenta. Y deseé que fuera para mí. Que él me amara a mí y no a ella. Y poco a poco las cosas fueron fluyendo por mi mente hasta que todo un plan estuvo en mi mente. 

Marque el numero de Jack, dio dos tonos hasta que su voz contesto. 

― Hola princesita, ¿Qué se le ofrece?

― Quiero que me hagas un favor. 

― ¿Disculpa? 

― Se llama Maia Rodríguez, trabaja en 'Queens', latinoamericana, quiero que vayas y te las ingenies para conocerla. En lo posible, que te acuestes con ella. Tiene 17, asegúrate que sea consentido, no queremos problemas con ley de menores. 

― ¿Esta buena?

― Da lo mismo, te acuestas con ella. 

― ¿O qué?

― Mi padre se va a enterar que le has estado robando.

― ¿Disculpa?

― Park habla más de lo necesario. 

― Joder. ― su voz sonó realmente molesta.

― Ve pronto, quiero que la conozcas antes de que venga a buscarme. 

― ¿Qué estas planeando?

― Solo haz lo que te dije. 

Y sin más corte, confiando en que todo iba a salir a mi favor. 

Volví al momento y deje todos esos recuerdos atrás y me limite observar la casa, el auto de Park estaba así que bastaba que bajara y caminara a la puerta para verle nuevamente. Sabía que no debería estar aquí, pero pensar en Ashton me hacía sentir sola. 

Avance decidida hasta la puerta y toque con los nudillos. Park apareció tras la puerta, su pelo castaño despeinado y sus ojos somnolientos. 

― ¿Qué haces aquí? ― pregunto. 

― Me aburrí de tus reglas. 

Y sin decir más bese sus labios, sin importarme que supieran a whisky y desconcierto. 

+++

Narra Ashton: 

Estaba sentado en el living de la casa de su madre, demasiado nervioso como para saber qué hacer. 

Había pasado una semana desde que había descubierto que Maia le había mentido durante todo este tiempo, y peor aún, había dormido con otro. Trato de evitar pensar en eso, y una idea se coló en su mente.

Desde que conocía a Maia había ido a menos fiestas y había bebido menos todo porque había estado demasiado ocupado pensando en ella o protegiéndola, pero ahora no tenía que malgastar su tiempo en ninguna de esas cosas.

Ahora, aprovechando que su mamá, y sus hermanos Harry y Lauren estaban casi a medio país de distancia y la casa estaba sola, daría una de las tantas fiestas que hasta entonces había dado. 

Hizo un par de llamadas necesarias, y antes de que se diera cuenta los invitados empezaron a llegar, cargando cervezas, botellas de alcohol y alguna que otra sustancia. La música empezó a sonar fuerte, y las luces empezaron a parpadear al ritmo de esta. 

La casa poco a poco fue llenándose y todo se fue de mis manos. No me importó, mientras tuviera una cerveza en mi mano y una chica bailando cerca, estaba todo bien. 

Las horas comenzaron a avanzar, las casa a repletarse, las habitaciones a cerrarse y la temperatura del lugar a aumentar. Múltiples peleas, chicos inconscientes, drogas, a mi alrededor todo era como un remolino de colores e imágenes, nada con sentido. 

Tropecé con un chico de pelo rojo y negro, ¿era él un amigo de Maia? No lo recordaba, así que solo me disculpe mientras seguía avanzando a trompicones con dos chicas bajo mis brazos. Oí la voz de alguien llamar mi nombre, pero solo ignoré y deje que la música me dejara ajeno a lo que pasaba.

A tu lado // Ashton Irwin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora