Niebla.

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Una vez que llegamos fuera del edificio, salto de la motocicleta antes de que sea necesario entablar una conversación. Lo mejor es terminar esto así de rápido. Nada de despedidas, explicaciones o arrepentimientos.

Trato de no girarme ni mirarlo, la idea es hacer las cosas fáciles para ambos. Sobre todo para mí. No estoy segura de ser capaz de no decirle lo que siento y dejarlo creyendo que no lo amo. Pero no es posible. 

Antes de que pueda entrar al edificio, su mano esta alrededor de mi muñeca. 

― Gracias por traerme ― murmuro sin siquiera mirarlo. 

― ¿No dirás nada más? ― pregunta sin soltar mi muñeca. 

― No se que quieres que diga. 

― Que me quieres como yo te quiero a ti. Que lo vamos a intentar. 

― No puedo. No voy a hacerlo. 

― ¿Disculpa?

― No te quiero ― miento. 

― ¿Lo dices en serio?

― En serio. 

― No hay más que hablar entonces. 

― No lo hay ― dice mientras abre la puerta de su edificio y la cierra antes de que cambie de opinión. 

Se apoya en la puerta, y toma una respiración profunda. 

Le queda una larga noche por superar aún, pero no cree capaz. Se deja caer al piso, y llora. Como ha querido llorar toda la noche. 

••• 

Narra Jack: 

Y ahí estaba parado frente a su edificio mirándola discutir con el castaño de la fiesta. Ashton. 

¿Que hacía aquí oculto en las sombras de un callejón? No tenía la menor idea, pero circunstancias le habían arrastrado. Circunstancias todas vinculadas y basadas en ella.

Para empezar, el no debería estar ahí, el no la debería haberla seguido en su auto, y tampoco debería estar espiándola. Ella no es es asunto y tiene que meterselo en la cabeza antes de que se encuentre haciendo otras locuras por ella. Pero algo más fuerte que el lo arrastra de un lugar a otro en busca de ella. 

La primera vez que le habían hablado acerca de Maia, no le había tomado importancia. Pero ahora que le conocía, no podía parar de pensar en ella. De seguirla y tratar de estar cerca de ella. Había despertado en él un instinto de protección, y ahora se estaba conteniendo para no saltar de las sombras de aquel callejón y echar a ese imbécil que al parecer la estaba molestando. 

Me apoyo en la muralla sin quitar la mirada de la escena, atento a cualquier cosa fuera de lo común, pero la veo correr y cerrar la puerta en las narices del chico, y una extraña sensación de satisfacción me recorre de pies a cabeza. Trato de no pensar mucho en ello. 

Veo al chico acercarse con los hombros caídos hasta la puerta, alza la mano en un amago por golpear la puerta, pero la deja caer a su costado. El viento hace ondear su pelo mientras este se queda parado frente a la puerta sin hacer nada. Solo esperando. Lo veo sentarse fuera de la puerta mientras apoya su cabeza en la madera. Y así durante interminables minutos hasta que se levanta y apoya su frente en la puerta con su mano apoyada en ella, como si no supiera que hacer. Finalmente, se aleja, se sube a su moto y se marcha. 

Por fin puedo respirar en paz, enciendo un cigarrillo y entro a mi auto antes de que me congele, ya no hay más peligros esta noche. Marco el numero, y pongo el celular en mi oreja: 

A tu lado // Ashton Irwin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora