Demasiada cafeína.

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― ¿Qué café quieres? ― pregunto una vez que entramos, ignorándome para variar, sin quitar su brazo de mi hombro. 

― Un Mocaccino estará bien. 

― Genial, quiero uno de esos. 

― ¿Y donuts?

― También, déjame pedir. 

Se alejo, y pidió en la caja, me senté en una mesita que daba a una ventana. 

― Aquí esta su café. 

Le sonreí, y lo bebí, tratando de que el calor pudiera por fin quitarme la sensación de estar congelada que aún persistía. 

― Y cuéntame ¿tienes hermanos? ― pregunto Ashton. 

― ¿Es mi idea o estás haciendo la tarea?

― Ajá, solo que a nosotros no nos llevara dos horas, sino todo el día. 

― Esto podría ser considerado secuestro en mi país.

― No estamos en tu país.

― Tienes un punto. 

― ¿Quieres regresar a la escuela entonces?

― No gracias, el conserje debe estar esperando por nosotros.

― ¿Entonces?

― Creo que ir a casa no me vendría mal, necesito ordenarla y todo. 

― Vamos entonces, termina tu café y partimos. 

Hablamos de cosas irrelevantes, como los lugares que él solía visitar, ninguno recomendable para alguien como 'yo', hablamos de todo y de nada, mientras ambos bebíamos nuestro café. 

Llegamos a casa una hora después, con nuestros cabellos despeinados, y las mejillas y narices rojas por el frío. En cuanto baje de su moto, quite su casco y lo puse en sus manos, y cuando intenté quitar el sweater, negó con la cabeza. 

― No es necesario Maia. Puedes entregármelo luego. 

― Vas a congelarte. 

― No lo he hecho hasta ahora, no deberíamos preocuparnos por eso. 

― Eres testarudo. 

― Muchas gracias. 

― No era un cumplido precisamente. 

― Prefiero tomarlo como uno. 

― Bueno, como sea, tengo que entrar. 

― ¿Tienes algo que hacer?

― Tarea de Química y ordenar el desastre que tengo. 

― ¿Te gusta Química?

― Claro, es entretenido. 

― ¿Y tienes buenas notas?

― Claro, ¿por qué tantas preguntas?

― Resulta que como no me inscribí a las clases, las eligieron por mí, y terminé estancado en una clase de Química. 

― ¿Quieres que te deje pasar?

― Gracias, eres muy amable. 

Lo vi esconder una sonrisa, y dejar el casco asegurado a la motocicleta, tomó mi mano y corrió hasta la entrada. 

― ¿Por qué siempre tienes que correr? ― pregunté, mientras entrabamos al vestíbulo y buscaba las llaves de mi pequeño departamento con la mano que tenía libre, ya que Ashton no dejaba de sostener mi otra mano. 

A tu lado // Ashton Irwin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora