[Tercera temporada de Ecos de amor]
Como el viento.
Lenta pero inexorablemente se va borrando recuerdos de sus vidas, poco a poco se hicieron neblina. El vendaval de las horas arrasó desde el tiempo cruel a la lucha contra sus demonios, despojó sus...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Reía a carcajadas, la estaba pasando increíble.
¡Con Luis Rodolfo!
Era increíble que no estuviésemos como perros y gatos, al contrario reíamos de temas tribales, también reíamos de las parejas en la pista de baile, muchísimos daban pena.
—¿Y usted, socia? ¿Baila bachata? —preguntó con una ceja alzada y una sonrisa ladeada. Se levantó de la mesa y extendió su mano hacia mi.
—Viví en América Latina por cinco años, casi puedo considerarme latina. —bromeé levantándome y dejando mi mano sobre la suya. Un choque de lo más raro se sintió hormigear por todo mi brazo.
—Entonces vamos a darle una paliza a esos perdedores. —reí dejándome guiar por él, cuando llegamos a la pista de baile conocí una canción a la perfección, Sobredosis de Romeo Santos y Ozuna.
Nosotros entramos a la pista de baile y al minuto de la canción todas las parejas que bailaban habían desaparecido, ahora estaban rodeándonos maravillados, gritando y aplaudiendo. Cuando hacíamos un moviento muy sexual chiflaban.
Sonriendo me dejé llevar por la música, me costó muchísimo aprender a bailar bachata, Cata siempre me regañaba, pues era una tabla andante. Hoy en día y en este momento precisamente estaba orgullosa de mi, pues mis caderas tenían vida propia. Se movían y partían de una manera increíble.
En el baile pude aprovechar para pasar y recorrer el cuerpo de Luis Rodolfo con mis manos, su camisa estaba sudada por lo que podía sentir su piel caliente contra la mía, bailando de un lado para otro.
—Y puedo morir encima de tu cuerpo, amarrado a tu cama, sobredosis de sexo... —cantó él en mi oído estremeciéndome.
Nuestro baile era caliente y sensual, muchas veces estuve muy cerca de su cara, prácticamente rozando nuestros labios. Su paquete feliz se presionaba contra cuando me pegaba a él y movía mi trasero sobre su miembro. Podía abrazarlo y tocarlo a mí gusto mientras bailábamos, él tampoco perdía la oportunidad de tocar mi cuerpo. Pechos con pechos...
—Amarrame a tu espaldar yo me presto. En tu escuelita dame clases de placer, bebé yo quiero ser un alumno en tu pecho, voy a volver a mi niñez. —le canté ahora yo al oído. Lo sentir estremecer en mis brazos y amé ser la causante de esa sensación.
—Mi ninfómana en llamas... —murmuró él antes de hacerme dar vueltas en sus brazos.
(Vídeo abajo del baile)
Cuando terminó la canción una ronda de aplausos nos llenó, estábamos jadeantes y sudados, reí levantándome pues habia caído con las piernas abiertas en los brazos de Luis Rodolfo.
En una acción que realmente no esperé él estiró la mano y bajó mi vestido, el cual se había alzado más de lo normal con el baile.
—Un pecado que nadie lo suficientemente bueno debe ver. —murmuró en mi oído, alzando la mirada lo vi fijamente a los ojos.