Capítulo 24

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Riendo íbamos hablando de nuestras increíbles aventuras, iba por las carreteras solitarias que conducían a la hacienda

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Riendo íbamos hablando de nuestras increíbles aventuras, iba por las carreteras solitarias que conducían a la hacienda.

—Bad bitch, Bad bitch. —canté a Cata riendo. La morena/rubia rió y alzó los brazos al aire como tantas veces lo había hecho en carretera.

—¡Madison cuidado! —gritó de repente ella aterrada, miré adelante notando como casi arrollaba a dos personas que iban en una moto, frené rápidamente el auto en plena curva y el motociclista se detuvo abruptamente.

Ella me miró asustada viendo como un hombre se bajaba de la moto, vestido de negro y botas de combate, hice una mueca sabiendo que estaba en problemas.

Cuando el hombre se quitó el casco tuve que contenerme para no soltar un jadeo. Era un hombre precioso, su cabello era rubio y largo, sus facciones finas y varoniles, sus ojos azules de una tonalidad que enloquecía. Una nariz perfilada y unos labios de muerte. Joder, tenía que ser un modelo.

—¿Qué no te han dicho que las mujeres no deben manejar? —soltó de sopetón furioso. Indignada salí del coche, encarándolo.
—¿Y a ti no te han dicho que los machistas se exterminan? —le reté con la mirada, apretando mis puños. Sus ojos azules recorrieron mi cuerpo descaradamente, vestía una falta corta floreada, tacones color piel de punta y una camisa rosa pálido ajustada.

—Ya noto que sois una pringada, tía, hazle un favor a la humanidad y no manejes. Ve a jugar con muñecas, niñata. —su voz ronca casi me intimida. Pero como un gallito de pelea me le alcé hablando muy cerca.

—Y yo noto que no eres más que un cabron, machista, grosero y mal educado. Tío —recalqué la palabra en forma de burla, viendo como me miraba furioso. —No soy yo quien iba por el canal equivocado.

El hombre miró lo que le dije y por un segundo pareció apenado, pero luego volvió a esa faceta de hijo de puta que había descubierto.

—¿Pero es que tú y tu amiguita se pensáis que andáis en una película de adolescente cantando y bailando en plena carretera? Podrían causar un daño grave, o un accidente de no estar pendientes. —me alejé aburrida.

—Me aburrís, eres tú quien va por el camino que no es y de paso te bajas a insultarme. Tío, no sé si te lo han dicho, pero tienes un rollo mental muy grave. —él tomó mi brazo cuando me daba la vuelta para subir de nuevo al auto, donde la cobarde de Cata ni se había bajado.

Una corriente se deslizó por mi brazo, él rápidamente me soltó y supuse que le había pasado lo mismo. Por un momento pensé en el hombre de aquella noche, ¿Le habría crecido el cabello? Esa noche lo tenía largo pero había pasado un tiempo ya.

Enojada conmigo misma ignoré lo que decía, me subí al auto y vi que la mujer que andaba con él se quitaba el casco. Será idiota, tratándome a mi de Barbie cuando prácticamente andaba con una jodida Barbie andante versión real.

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