[Tercera temporada de Ecos de amor]
Como el viento.
Lenta pero inexorablemente se va borrando recuerdos de sus vidas, poco a poco se hicieron neblina. El vendaval de las horas arrasó desde el tiempo cruel a la lucha contra sus demonios, despojó sus...
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Pasado.
Antes de que me diera cuenta estaba tocando la puerta de la habitación del hotel. Mi corazón latía, estaba nerviosa, ansiosa, tenía miedo pero al mismo tiempo sangre muy caliente corría por mis venas, era una sensación extraña, esa sensación en la cual te sientes como si te hubieses tomado veinte tazas de café en menos de una hora, mi pulso estaba disparado.
Vestía un hermoso vestido rojo y extremadamente corto, en cierto punto podría ser considerado vulgar, pero más allá de la vulgaridad se veía bastante sexy, era rojo sangre, y con un escote mortal donde se podía apreciar un muy hermoso brasier de encaje de la misma tonalidad, tacones negros de terciopelo y el cabello suelto liso contrarrestando en tonalidades rojas al igual que el vestido.
Quería darle una sorpresa a Fabri, lo extrañaba un montón, ansiaba sentir sus besos, sus caricias sobre mi cuerpo, ansiaba incluso las palabras sucias que murmuraba en mi oído cuando estaba a punto de llegar al clímax en mi cuerpo. Extraña sentir las ondulaciones de su espalda, dura ancha y a la vez estrecha abajo, extraña rodear sus caderas con mis piernas y tomarlo en mi, cabalgarlo tan bien como lo hacía en equitación. Demonios, extrañaba todo de él.
Pero no era solo la parte sexual que extrañaba. También extrañaba sus besos, sus mimos, la manera en la que abrazaba mi cuerpo desde atrás y besaba mi cuello, cuando me sorprendía en la fraternidad después de un largo día de estudio. Sí, Fabrizzio me había ido a visitar un mes después de llegar a la universidad.
Sacándome de mi ensoñación pensé que era Jason quién había abierto la puerta. Tremenda sorpresa me llevé al encontrarme a dos morenas en topless, sus senos apuntaban incómodamente mi cara, vestían sólo unas braguitas negras de encaje. Pude escuchar el sonido de mi corazón acelerado.
No podía ser.
-¿Agencia Natasha? ¡Pasa! -ellas rápidamente tomaron mis manos antes de que yo pudiera dar un paso atrás y salir corriendo.
-¿Qué? -pregunté. Ellas me ignoraron podía escucharlas hablar a través de la fuerte música, comentaban que esta vez habían mandado putas con más ropa.
Dispuesta a insultarlas mi mente quedó en blanco cuando levanté la vista, luces fluorescentes brillaban por todos lados, habían muchísimas mujeres desnudas por todos lados, miré a Mike, el guitarrista de la banda tomando una cerveza mientras una morena le hacía una paja. La imagen inmediatamente me asqueó, pero eso no fue nada al ver a Jason, el baterista con una rubia inclinada hacia él entre sus piernas... Subiendo y bajando su cabeza por su longitud. Miré a los coristas en su rollo pero sin duda alguna una imagen precisa me dejó de piedra.
Era él.
Fabrizzio.
Estaba sentado en el sofá, tenía a dos rubias en su regazo, una de ellas besaba su cuello, la otra tenía sus manos dentro de sus pantalones, lo encontré mirando a una castaña que bailaba para él, se veía enfrascado, en ellas, el porro en su mano izquierda me sorprendió, todos los acontecimientos me habían sorprendido.