[Tercera temporada de Ecos de amor]
Como el viento.
Lenta pero inexorablemente se va borrando recuerdos de sus vidas, poco a poco se hicieron neblina. El vendaval de las horas arrasó desde el tiempo cruel a la lucha contra sus demonios, despojó sus...
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Mackenzie reía a carcajadas mirándome mientras yo manejaba, le había dicho que me acompañara y ella feliz de la idea. Íbamos de camino al centro a comprar ropa y comida.
¿Mejor combinación que esa?
Libros y comida.
Sí, también iría a comprar libros. Le eché un vistazo mientras manejaba, tenía los pies sobre el tablero el coche, iba con su celular en manos y el ceño fruncido. Deseé saber que le sucedía.
En la radio empezó a sonar una canción e inmediatamente pude reconocerla, Dangerous Woman de Ariana grande.
Mackenzie chilló y me rogó que cantáramos. Dándole volumen a la canción decidí divertirme con mi hermana. Ella nos grababa mientras cantábamos.
—Estoy tomando el control de esta clase de momentos, estoy cargada y con el seguro (como una pistola), completamente concentrada, mi mente está abierta.
Todo lo que tienes, piel con piel, oh Dios mío, no pares, chico.
Hay algo en ti, que me hace sentir una mujer peligrosa. Hay algo, hay algo, hay algo en ti que me hace querer hacer cosas que no debería, hay algo, hay algo, hay algo.
Nada que probar, y soy a prueba de balas, y sé lo que estoy haciendo, la forma en la que nos movemos como entrando en algo nuevo, quiero guardarlo, guardarlo para luego. Degustar el sabor, porque soy atrevida, porque soy generosa, es solo la naturaleza. Vivo para el peligro.
Todo lo que tienes, piel con piel, oh Dios mío, no pares, chico. —terminé en una nota alta y Mackenzie chilló abrazándome cuando terminó el vídeo.
—¡Nos vemos divinas! ¡Tu voz, joder! ¡Ni la jodida Ariana Grande canta tan bien! ¡Tus notas altas! —ella hablaba y hablaba mientras yo manejaba sonriendo. Le saqué la lengua y ella se rió. —Te etiqueté el vídeo que acabo de subir a mis redes sociales. ¡Mira ya responden! —rodé la cara mirándola por un segundo con ojos entrecerrados.
Con una pícara sonrisa ella me enseñó su teléfono, estaba revisando las reacciones de las personas. Entre esas destacaba me encanta. De Luis Rodolfo D'ubaterre y pillé el de Fabrizzio Ferrara.
—¿Así que hablando con el cantante de Storm, eh? —le piqué. Escuché su bufido.
—Nada que ver. —dijo como si nada.
—¿Ah si? ¿Y el me encanta? —alcé las cejas sonriendo. Giré el rostro solo para verla colorada.
—Normal. Es igual al de Luis Rodolfo. ¿Debería preguntar? —le hice la puñeta y ella explotó en carcajadas. —No aguantas juego.
—No me gustan tus juegos. —dije simple. Ella sólo reía.
—¿Y los de Luis si? Digo, ya sabes, esos donde te encierran en sus brazos y te olfatean como si fueses un perro... —abrí la boca sonrojada y sorprendida.