Capítulo 35

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—Papá, mamá, familia

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—Papá, mamá, familia. Fabrizzio y yo estamos muy contentos con una noticia que llegó a nuestras vidas, y queremos compartir nuestra felicidad con ustedes. —dije con una sonrisa, apretando la mano de Fabrizzio quien me apoyaba a mi lado.

—¡Estamos embarazados! —gritamos al mismo tiempo. Solté una risita viéndolos a todos en la mesa mirándonos impactados, luego una ronda de aplausos se hizo presente y Madison empezó a gritar que sería tía, saltando abrazada con Luis.

Cuando papá se levantó de la mesa y caminó hacia Fabrizzio lo primero que hizo fue darle un fuerte golpe en la mejilla, todos jadeamos.

—Eso es por tocar a mi bebé a mis espaldas. Ahora sí tienen mi bendición. —y yo exploté en carcajadas mientras acariciaba la mejilla de Fabri, quién le tendía la mano a papá. Mamá me abrazó y noté que estaba llorando. Luego Madison se nos unió y junto a ella papá y Fabrizzio, le hice una seña a Luis quién miraba todo de lejos con una sonrisa y él también se unió al abrazo.

Bueno, pues al parecer fue una de las mejores vendimias de la historia.

[...]

Para cuándo el invierno empezaba nosotros estábamos tomando un vuelo en uno de los Jets privados de la abuela rumbo a la ciudad del amor, Paris, Francia.

—¡Estoy tan emocionada, mami! —chillé bajito mirando a mamá sonreír cuando el avión terminaba de aterrizar en la tan hermosa ciudad del amor, con mi estómago de cuatro meses.

—Y Madi también. ¿No? —señaló con burla mirando a esos dos. Reí sacando mi celular y tomándoles una foto, se veían tan monos.

Madison estaba acostada sobre Luis Rodolfo, este la rodeaba con sus brazos protectoramente mientras ella parecía no querer salir de la validez de su cuello, se veían tan lindos.

—No termino de tragarme ese cuento de «solo amigos» —cuchicheé cómplice con mamá quién negaba con una mueca perversa.

—Las chispas saltan entre esos dos. Resulta agobiante la energía que emanan cuando están juntos, pero son tan tontos como para no darse cuenta. —tomé su brazo, y bajamos dejándo a esos dos ahí y que la azafata los despertara para no incomodarlos.

—Nah, mamá, ¿Te crees ese cuento? Ellos dos solos, en una oficina todo el día, con tanta tensión sexual. Algo tienen esos ellos. —no me quise ir de lengua diciéndole que cada vez Luis le estaba robando un beso, según ellos, a escondidas.

—No, Mackie ¡Y es que tenías que verlos anoche! Yo me escondí en las caballerizas cuando escuché un cuchicheo, ellos venían de montar y yo venía del río con tu padre. Se me hizo muy raro como hablaban bajito, estaban discutiendo, él le decía que no debía modelar en ropa interior y ella le decía que haría lo que se le diera la gana, sabes cómo es Madi. —sonreí, bajando las escaleras. —No diré que me sorprendió después ver cómo él la tomaba así todo a lo macho posesivo que ¡Dios, me encanta cuando tu padre me toma así es como ash azotame! —la miré impactada y ella rompió en carcajadas. Detrás escuché las de papá.

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