[Tercera temporada de Ecos de amor]
Como el viento.
Lenta pero inexorablemente se va borrando recuerdos de sus vidas, poco a poco se hicieron neblina. El vendaval de las horas arrasó desde el tiempo cruel a la lucha contra sus demonios, despojó sus...
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—¡No pueden prohibirme verla! ¿No pueden joder! —grité lleno de furia, personas en la sala me miraban pero no me importaba.
—Señor, tiene que entender que nosotros no somos quienes les prohibimos la entrada, es la paciente. —explicó un doctor por quinta vez, me negaba a aceptarlo.
Furioso e impotente di muchas vueltas alrededor del hospital, tenía que hablar con ella. Estaba sufriendo tanto como ella, no podía dejarse morir.
Me senté en una de las sillas de sala de espera, con la cabeza enterrada en mis manos, halando de las hebras de mi cabello, intentando apaciguar el dolor.
—¿Luis? —preguntó una angelical voz. Lentamente alcé la cabeza, temiendo que fuera una alucinación. Allí estaba ella, pareciendo un maldito ángel hermoso. Vestida elegante y entaconada, simplemente preciosa.
—Madison, ¿Qué haces aquí? —pregunté atento sin sonar grosero. Ella suspiró, se sentó a mi lado y me miró.
—Te apoyo, eso hacen los amigos, ¿No? —
Sonreí: —¿Me consideras tu amigo? —ella asintió tirando de hombros sin importancia.
—El rencor solo envenena a quien lo siente. —fue lo que dijo.
—¿Cómo supiste que estaba aquí? —le pregunté curioso, sus ojos azules me evaluaron. Era esa costumbre que tenía de desconfiar de todos.
—Le pregunté a papá. —dijo simple. Asentí comprendiendo.
—¿Me odias? —pregunté suspirando. Evalúe su mirada puesta en mis ojos, vi como muchas emociones pasaron por sus ojos, y ninguna me gustó.
—¿Por qué? ¿Por engañarme? ¿O ilusionarme con palabras bonitas? —sus palabras sonaron carentes de emoción y mi pecho dolió.
—Te juro que nunca quise engañarte, Madison. Me enteré que Ornella estaba embarazada el día que estaba en mi casa, estaba ahí para contármelo. No te engañé cuando nos besamos, te lo juro. Y lo que te dije en la oficina era cierto. Cada palabra. —murmuré, ella bajó la mirada.
—¿La ibas a dejar? ¿Sabiendo que estaba embarazada? —preguntó dolida. Asentí, con dolor.
—Iba a hacerme cargo de mi hijo, nunca le faltaría nada... —me cortó mirándome enojada.
—Le faltaría tu afecto, tu presencia, tu amor, tu cariño, Luis Rodolfo. —en su voz noté que estaba enojada conmigo, pasé una mano por mi cabello, exasperado.
—No podía perderte. Irónico ya que lo terminé haciendo. Ornella me odia por eso, el día en la oficina le confesé todo. Le dije que... Te amaba, ese día rompimos el compromiso. —confesé, con el pecho doliendo al recordar su mirada de dolor ese día.
—¿Qué? —me miró impactada, una lágrima bajó por mi mejilla lentamente y su mirada de dulcificó, su dedo paseó por mi rostro lentamente y limpió la lágrima.