Capítulo 11

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—¡Y la mejor idea de abrir el restaurante junto a la ruta del vino es haciendo la vendimia! —chillé emocionada, Madison asintió con una sonrisa gigante

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—¡Y la mejor idea de abrir el restaurante junto a la ruta del vino es haciendo la vendimia! —chillé emocionada, Madison asintió con una sonrisa gigante.

—Estando en Argentina fuimos de paseo a unos viñedos de por ahí, me di cuenta de que tienen degustación de quesos, según lo que he investigado la empresa tenía un convenio con una quesera, mamá hacía encargos y paquetes de una botella y un trozo del mejor queso, ya sea paisa, amarillo, etcétera. —murmuraba ella.

—Todo esto es en base a la degustación de sabores. No cualquiera entiende eso o como se maneja, pero a los turistas les gusta hacerlo. Podemos añadir eso al restaurante, muestras de queso gratis. —ella asintió. Tomé una uva de las sepas a nuestro y la llevé a mi boca. Gemí, era una delicatessen.

Caminamos por los viñedos, estaba ayudando a Madison a hacer una evaluación, quería incrementar el comercio y la venta, estábamos añadiendo ideas.

Desde aquí podía ver mi proyecto. Los arquitectos que Madi trajo estaban enfrascados en ellos. Ya tan solo faltaba un poco. Y si planeábamos la vendimia a finales del próximo mes quizás haríamos la inauguración del restaurante.

—¡Una Popular career!  Ya sabes, sería increíble, desde temprano por los viñedos. —ella aplaudió feliz. Papá nos echaba un vistazo de vez en cuando, preocupado por las miradas de los trabajadores sobre nosotras.

Era un exageno, yo venía con un short y un top y me obligó a cambiarme porque según él mostraba mucho. Así que Madi y yo estábamos vestidas a la inversa, ella traía unos vaqueros blancos ajustados y unas botas café cortas con unas tiritas de adorno, una camiseta sencilla vino tinto y los accesorios. Mientras que yo tenía puesto un vaquero negro tiro corto, una camiseta sencilla café, unas botas cortas negras de terciopelo y un sombrero púrpura con mi cabello suelto natural.

Según Madison, quién me hablaba de cuentas y números como si entendiera de eso, las producciones habían subido un cincuenta por ciento del veinte por ciento en el que estaban.
Madison sin duda alguna era increíble en su trabajo, no podía creer que hiciera todo eso en un mes que teníamos de haber llegado aquí.

La castaña estaba enfrascada en su cuadernito de notas, sabía que anotaba todo ahí para luego hablar con papá acerca de sus ideas y oportunidades a ver si él las aceptaba. Ella sólo actuaba si tenía su permiso.

El teléfono timbró en mi bolsillo trasero y lo tomé. El número del acosador el cual ya tenía registrado como Fabrizzio me había enviado un mensaje.

Fabrizzio: Tú, yo, esta noche en La Gaviota.

Yo: No, gracias. x35.

Sí, Fabrizzio había enviado el mismo mensaje treinta y cinco veces. Todos los días me enviaba mensajes.

Fabrizzio: ¿A dónde quieres ir?

Yo: ¿Contigo? Ni a la esquina.

Fabrizzio: ¿Cuándo te veré?

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