Especial

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—¡Sophie te vas a caer! —gritaba un pequeño hombrecito corriendo detrás de la pequeña niña que no hacía más que reír mientras lo ignoraba

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—¡Sophie te vas a caer! —gritaba un pequeño hombrecito corriendo detrás de la pequeña niña que no hacía más que reír mientras lo ignoraba. —¡Sophie, espérame!

—¡Noah deja de ser un pesado! —le respondió la hermosa, y traviesa chiquilla.

—¡La tía Madison se va a enojar contigo, Sophie! —ella sólo rodó los ojos y saltó hábilmente la roca, tomando entre sus pequeñas manos la liana que caía del gran árbol.

—¡Mamá está ocupada con Mia! —rió al ver como el hombrecito de rojos cabellos caía al lado de la roca al no poder tomar la liana con sus manos.

La pequeña traviesa no dudó en tomar su distracción y correr como si la vida se le fuera en eso. Llegó al río y se escondió entre dos arbustos de arándanos mientras comía uno que otro que veía listo.

Noah, frustrado ante la escapa de su primita salió corriendo a buscar a su tío Luis, él de seguro la convencería de volver a casa. Caminó enojado pateando las rocas, de camino a la casa grande. Como siempre, y aprovechando que estaba solo, se detuvo en el cuarto camino de siembra, ahí, como todos los días, estaba esa hermosa niña. Era la niña más bonita que había visto en su vida, sus cabellos castaños largos y unos ojos azules profundos, sin contar su piel tostada por el sol.

Marina era la hija de una trabajadora del viñedo, pero la niña también trabajaba con su madre. Noah sabía que a sus abuelos no les gustaba que los niños trabajarán, tampoco al tío Luis, pero él veía como ella se escapa  de la escuela y se iba a ayudar a su madre, sonreía viendo como su mamá la regañaba e intentaba devolverla a la escuela, pero ella no cedía. Estaba muy enfrascada en ayudar a su madre.

Sus ojos azules se encontraron con los suyos y vió como sus ojos se agrandaban al darse cuenta que fue pillada por el hijo de los actuales patrones. Noah le sonrió y levantó su mano, saludándola, vió como ella se escondía entre sus largos cabellos. Noah solo sonrió y le guiñó el ojo antes de salir corriendo al recordar que Sophie estaba sola en el río.

Mientras tanto, la pequeña Sophie escondida entre los arbustos le echaba un ojo a la propiedad que estaba al otro lado del río, la habían comprado recientemente y los dueños venían de vez en cuando. Pero había algo que alimentaba la curiosidad de Sophie...

El niño de los ojos verdes.

En su pequeña mente pasaban muchos pensamientos, entre esos, ¿Por qué ese niño grande siempre vestía de negro? Su cara se ocultaba entre sus cabellos rubios y muy pocas veces salía de la casa. También se preguntaba qué solía hacer en la casa del árbol que tenía a un lado del río cuando subía ahí y demoraba horas sin salir.

¿Sería un hombre lobo? ¿O un vampiro? Así como en la película que tanto le gustaba a su mamá. ¿O sería un extraterrestre? No lo sabía, pero estaba dispuesta a descubrirlo.

Así, que cuando vio al niño de lisos cabellos rubios salió de su escondite, y saltando las piedras enormes del río lo vió de cerca, sorprendiéndolo.

El VendavalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora