—Papá no nos va a dejar salir vestidas así. —dije mirándome al espejo. Mackenzie rió malévolamente.
—¿Y quién dijo que papá nos iba a ver? —abrí la boca. Vaya, la primera vez que me escaparía en mi vida.
Eché un vistazo al espejo, Dios, amaba esto. El vestido rojo ceñido a mi cuerpo se ajustaba como una segunda piel, con una pequeña apertura en mi pierna derecha, era corto pero no tanto, como cinco dedos más arriba de la rodilla, tenía un escote mortal y era de tirantes. Unos tacones finos de tiras negros, y un collar de plata ajustado en mi cuello. Podía decir que estaba preciosa con mi cabello suelto en ondas y mi maquillaje sutil. Mi flequillo estaba presente como siempre, caía por mi frente hasta el ras de mis cejas.
Miré a mi hermana quién definitivamente parecía una diosa. Brillaba, tenía un... ¿Brasier? ¿Top? No sabía cómo se llamaba eso. Pedro dejémoslo en que era como una clase de brasier color carne el cual tenía una base de pedrería brillante, tiras caían de él y tenía dos que subían y se convertían en un collar de brillantes en el cuello. Mostraba mucho sus senos. A juego con el una falda blanca corta bastante ajustada que a duras penas tapaba su culo, y unos tacones de tiras blancos. Estaba sutilmente maquillada pero sus labios estaban en un color carne bastante atractivo, sin contar sus párpados en dorado brillante. Su cabello caía liso totalmente divido a la mitad hasta susp cintura. Realmente se veía guapísima.
—¿Cómo vamos a escapar vestidas así? —pregunté. Ella tiró su cabello para atrás y caminó hacia mi. Enganchó nuestros brazos y tomó su monedero, ya yo tenía el mío.—Ya nos están cubriendo. —dijo simple.
—¿Quién? —pregunté mientras caminabamos por toda la casa hacia la salida.
—Francisco. —me guiñó un ojo. No quise darle vueltas, sabía que mi hermana no era para nada virgen como yo, ella tenía una vida sexualmente activa y disfrutaba de ella. La había pillado besándose con su guardaespaldas en el sofá bastantes acaramelados a mi parecer.
Salimos como si nada, subimos a su Range Rover. Ella iba al volante y yo el el asiento del copiloto. Pasamos buscando primero a Cata en el hotel del pueblo donde se estaba hospedando. Ahora que lo pensaba debía invitarla a quedarse en la hacienda.
La guapa latina venía caminando hacia la camioneta. Tenía puesto unas botas negras de terciopelo altas, un vestido negro corto de tiras y adornos y su cabello negro estaba en un estilo entre liso y una que otra onda, sus negros ojos nos visualizaron cuando subió. Vaya, Cata realmente adoraba el negro.
—¡Dios mío pero mirá que minas! ¡Están guapísimas, chicas! —chilló ella con su típica voz alegre y el acento que tanto me gustaba.
—¡Cata! Tú también estás guapísima. —dije yo mientras Mackie la saludaba por el espejo retrovisor y le lanzaba un beso. Ambas se conocieron cuando Mackie fue a mi graduación con papá en Argentina, y cuando Cata viajó conmigo a Houston a su graduación.
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El Vendaval
Romance[Tercera temporada de Ecos de amor] Como el viento. Lenta pero inexorablemente se va borrando recuerdos de sus vidas, poco a poco se hicieron neblina. El vendaval de las horas arrasó desde el tiempo cruel a la lucha contra sus demonios, despojó sus...