S28

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POV Alberto

Mientras caminamos hacía el Wild Cherries puedo oír el suave silbido de la brisa marina del atardecer, el sonido de las olas rompiendo contra la playa y el tráfico de la carretera.

Sigo a Marina por las escaleras de la parte trasera del café hasta su piso, y la miró dulcemente mientras saca las llaves de su bolso y abre la puerta. Ella se aparta a un lado para que pueda pasar, y en el fondo de sus ojos puedo ver buen humor, inteligencia y hambre. De mí.

Y me habría atrevido a atacar de no haber visto que hay algo más; Cariño y ternura.

No el cariño de "Me encanta tu cuerpo" ni el de "hazme disfrutar esta noche", sino algo mucho más profundo. Respiro hondo, preguntándome cómo reaccionar.

Una parte de mi quiere salir corriendo de aquí. Otra, quedarse y hacer lo que nunca he hecho: aceptarlo, arriesgarme, alimentarla.

Evidentemente, estoy perdiendo la cabeza. Por mi propio bien, ninguna chica ha llegado a conocerme realmente y ninguna va a hacerlo. Ni siquiera Marina, que vive frente a la carretera más transitada de la ciudad, encima de un café, y que no parece interesada por mi fama y mi dinero; una chica que semanas atrás, lo único que sabía de mi era que me llamaba Alberto.

Pero ya sabe quién soy y si algo he aprendido con los años del acoso del público, de la prensa y de todos los que están a mí alrededor, es que hay muy pocas personas que no se dejan afectar por mi fama.

No. Como le he dicho durante aquel baño de medianoche, no quiero una relación, por muy tentadora que sea. Y aun que Marina es divertida, estimulante, atractiva y maravillosa, nada altera mi decisión.

—Deja de pensar tanto Alberto—dice—No es complicado, lo único que quiero hacer es ayudarte a aliviar el dolor.

Otro elemento de confusión porque yo no le he dicho que me duele la rodilla. De hecho no hemos hablado del tema más que cuando le he dicho que me he dado un golpe y punto.

Estoy acostumbrado a salir con chicas que esperan que sea la estrella que la prensa ha hecho de mí, lo cierto es que esas que querían mi fama querían las ventajas que conlleva y esperaban que yo se las proporcionara.

Desde el primer momento me he dado cuenta de que Marina es distinta. Ella sigue sin tener idea de lo atractivo que ha sido para mí que no me haya reconocido.

—Es un piso muy pequeño—comenta.

Acto seguido me toma de la mano llevándome a la cocina que aunque es pequeña como un armario se siente cálida y acogedora. El suelo esta lustrado y limpio. Las sillas no hacen juego con la mesa pero quedan bien. Las alacenas no tienen puertas y se puede ver que su interior esta minuciosamente ordenado.

— ¿Cuánto hace que vives aquí? —pregunto.

—Solo vengo en verano cuando trabajo para Red—dice.

— ¿Tu tío?

—Si—asiente.

Con una sonrisa me hace pasar de la cocina al salón que también es pequeño, cálido y acogedor. Hay dos ventanas con vistas al mar, más suelos de madera y un sofá sorprendentemente largo que parece tan cómodo que estoy a punto de suspirar.

El piso no debe de tener más de ochenta metros cuadrados, no mucho más que el vestíbulo de mi casa y aun así nunca me he sentido tan en casa como en este momento.

—Siéntate—dice—Ahora vuelvo.

Me estremezco ante la promesa, pero cuando Marina regresa no se ha quitado la ropa, no lleva un preservativo entre los dientes ni me está mirando con pasión; las tres fantasías que se me han pasado por la cabeza mientras la esperaba.

Solo ha ido a buscar un frasco verde.

—El ungüento—anuncia sentándose en la mesita entre mis piernas separadas. Una posición erótica que me hace seguir fantaseando. Ella me mira a los ojos un poco desconcertada.

— ¿Qué pasa? —pregunta.

No puedo decirle que lo que pasa es que estoy muy excitado y que ella no parece ser consciente de lo que está haciendo.

para saber que pasa quédense pendientes y no se pierdan el próximo capitulo el domingo probablemente por la noche, quizá suba uno extra🙃

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