S7

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La saco del camino empujándola al césped húmedo haciendo que de inmediato suelte un grito ahogado en el momento en el que se tambalea cuando sus tacones se hunden en la tierra me mira desconcertada.

— ¿Te llevo a caballito o en brazos? —pregunto.

— ¿Qué? —dice sorprendida.

—Vamos a entrar por detrás—le informo.

Cualquiera de las chicas con las que he salido antes se habría parado en seco, me habría mirado como si estuviera loco y, probablemente, me habría propinado una cachetada o, todo lo contrario; se habría lanzado a mis brazos sin pensarlo ni una sola vez.

Sin embargo, la chica que tengo delante, ni me pegó, ni corre a abalanzarse sobre mí con euforia. Se cuelga el bolso al hombro y se levanta la falda del vestido hasta la parte superior de los muslos.

—A caballito—toma y una gran bocada de aire y se le escapa una risita boba.

Me limito a darme la vuelta agachándome un poco para que pueda subirse a mi espalda. Cuando la tengo encima me giro para comprobar que nadie nos haya visto.

—Ya esta—anuncia.

Le tomo sus piernas colocándolas a los lados y es en este momento que descubro que tiene unos muslos suaves igual que los brazos con los que me abraza el cuello.

—No te caigas—digo disfrutando de sentirla apretada contra mí.

—No te preocupes—susurra en mi oído.

Siento un delicioso escalofrío en la espalda que me recuerda que llevo mucho tiempo sin permitirme disfrutar del momento. A pesar del calor de la noche, empiezo a andar a toda velocidad, concentrándome en el cuerpo atlético y delicado que llevo en mi espalda.

 A pesar del calor de la noche, empiezo a andar a toda velocidad, concentrándome en el cuerpo atlético y delicado que llevo en mi espalda

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Llegamos a la línea de palmeras sin que nos descubran metiéndonos entre los árboles. Estamos bastante lejos del camino y si alguien mira hacía acá vera a una pareja caminando, pero no podrán identificarla.

— ¿Estas bien? —le pregunto.

—Si...—Al sentir la vibración del sonido en mi espalda me tiemblan las manos sobre sus muslos desnudos—Lo que había empezado como una situación inocente se ha vuelto inesperada y agradablemente sensual— ¿y tú? —me pregunta al oído provocándome más escalofríos.

Me estoy derritiendo y no tiene nada que ver con el clima.

—Créeme, soy el que mejor lo está pasando con esto—aseguro consciente de mis dedos sobre su piel.

[...]

Llegamos al edificio y avanzo por uno de los laterales hasta encontrar la entrada de la cocina. Finalmente volviendo al suelo de cemento y a pesar suelto sus piernas para que pueda ponerse de pie, mientras que ella baja siento cada centimetro de su cuerpo y cuando la oigo poner los pies en el suelo me volteo. Antes de que pueda decir una palabra se abre la puerta y aparece Stefan con otro esmoquin igual al mio excepto porque yo llevo una pajarita en vez de corbata.

—Los has conseguido—dice con alivio al vernos—Deprisa, entren.

—Haz avisado a la prensa—lo acuso.

—Sí pero solo porque esta vez los muy desgraciados van a tener que hablar de la alucinante audición que vamos a dar. Además, me he asegurado de que pagaran los mil dólares de la entrada. Cada uno.

Stefan nos hace entrar en una cocina enorme y llena de gente que se mueve de un lado a otro, cierra la puerta y saludo a mi amigo con el típico choque de manos.

Luego me alejo de él para tomar la mano de Marina.

—Marina te presento a Stefan—Stefan ella es Marina—digo.

—La acompañante que te conseguí—sonríe—Me siento satisfecho conmigo mismo.

Stefan mira a Marina de arriba abajo. Sonrió al ver que mi amigo está contento con la ciega elección que ha hecho, y todo gracias a Jessica. Marina le sostiene la mirada.

—Un momento...—dice Stefan— ¿Eres real?

Marina parpadea sorprendida.

— ¿Cómo que si soy real? —pregunta.

— ¿Te ha contratado o sales con él de verdad? —pregunta.

—No empieces, Stefan—reprendo a mi amigo fulminándolo con la mirada.

Marina suelta una carcajada.

—-Dime que no estás tan necesitado como para contratar a alguien—-me pide.

—No lo estoy. Es solo que Stefan es muy mandón, se cree el rey del mundo.

Stefan gruñe ante mi comentario.

—Es una cita de verdad—confirma Marina.

Los camareros siguen corriendo alrededor de nosotros pero solo tengo ojos para Marina, la mujer atrevida de sonrisa contagiosa, ojos increíbles y vestido provocativo y sensual.

—Desde luego que es una cita de verdad—declaro sin quitarle los ojos de encima.

Marina agranda la sonrisa y Stefan suspira aliviado.

—Por fin—hace un gesto con las manos de ¡aleluya!

—-Esta noche tenemos que ocuparnos de dar una buena impresión y de dejarlos impresionados a todos con nuestra actuación—-vuelve a intervenir Stefan.

—Eso está hecho—-contesto.

—Y también tienes que ocuparte de mantenerme con vida—-suelta Marina—-Necesito comer porque me estoy muriendo de hambre.

—Hay mucha comida—-le asegura Stefan.

Me estremezco al pensar en la noche que me espera, rodeado de flashes y molestos paparazzis y tengo que hacer un esfuerzo para no dejar de sonreír. Marina me mira con curiosidad, pero no dice nada. Sencillamente me toma de la mano y para mí es como aferrarme a un salvavidas.

En este momento es lo único que tengo.

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