S12

13.9K 877 17
                                    

Él desvía la mirada hacía la parte delantera del vestido donde mis pezones endurecidos reclaman más atención y dejo escapar un gruñido que los tensa aún más.

La música ha vuelto a sonar y la pista esta cada vez más concurrida con bailarines que parecen saber lo que hacen. Sin dudarlo vuelvo a acercar mi boca a la de Alberto. Él suelta una carcajada que casi se convierte en un dulce mordisco y me besa hasta obligarme a apartarme en busca de aire.

— ¿Vas a seguir besándome para evitar bailar? —pregunta.

El también esta respirando entrecortadamente.

—Desde luego—contesto.

Alberto me sonríe de una manera que me vuelve completamente loca mientras baja su cabeza al reencuentro con mis labios pero justo cuando los está rozando la voz del director anuncia la actuación de Black Stone Cherry sorprendiéndonos a ambos por igual.

—Tengo que subir—dice—No te muevas de aquí en diez minutos estoy de vuelta contigo—Me besa rápidamente la mejilla y se abre paso velozmente entre los invitados que lo miran algo molestos.

Un minuto más tarde, Alberto ya sujeta el micrófono entre sus manos, junto a Stefan, Marco y Alex. Lanzándome una fugaz mirada provocando que le sonría vergonzosamente. Si su voz es sensual al hablar, al salir de su garganta con ritmo, se ha convertido en brutalmente seductora. Pienso que el corazón va a salírseme del pecho en cuanto su voz comienza a expandirse por todo el lugar. Se ve tan, pero tan perfecto sobre el escenario, cantando, que las piernas me fallan por un momento y no caigo de milagro.

La gente comienza a moverse al ritmo de la música, a bailar, a tararear la canción... Y no soy la excepción. No sé que me está ocurriendo, pero también comienzo a moverme. Simplemente decido no darle vueltas al tema, y me dejó llevar.

Hasta que minutos más tarde, cuando ya todo ha vuelto a la normalidad, siento un delicioso sigilo en mi oreja izquierda. Me volteo, suspiró y lo miro a los ojos.

—La verdad es que no bailo—digo sincera—De hecho lo detesto.

—Pero estabas bailando—me acusa.

—Pero estabas bailando—me acusa

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

POV Alberto.

No puedo quitarle los ojos de encima a la mujer que minutos antes acaba de sacudir mi mundo con un beso que tiene tanto de cielo como de infierno. De cielo, porque es tierna y deliciosa; y de infierno, porque sospecho que lo único que conseguiré será besarla. Me pregunto cómo es posible que no baile una mujer tan dueña de sí y tan naturalmente sensual.

—No me lo creo ¿En serio odias bailar? —pregunto.

—Si—asiente.

Pienso en ello mientras disfruto de nuevo de la sensación de su cuerpo contra el mío. Aún sigue teniendo los pezones tensos y ha vuelto a colocar los brazos alrededor de mi cuello, y no es la única que esta excitada, yo también la deseo desesperadamente, pero prefiero estar en un lugar más íntimo para ahondar en mi deseo.

En este momento lo mejor que puede pasar es que la orquesta toque otra balada para que ella pueda apretarse contra mí y yo pueda cerrar los ojos y dejarme embriagar por su perfume. Pero la canción que empieza a sonar no es lenta.

—Alberto...

—Anímate—digo moviéndome al compas de la música—No es tan difícil primero tienes que sentir, siénteme a mí, siente la música, inténtalo Marina—me mira con mala cara—Olvídalo esta canción esta casi terminando—dice.

La orquesta enlaza los últimos acordes con los primeros de una melodía romántica. Vuelvo atraer a Marina hacia mí.

—Mmm... Es agradable—le susurro al oído haciendo un esfuerzo para no besarla—Esto está mejor.

Después de lo que parece un momento de tensión ella suelta un suspiro tembloroso cerrando los ojos empezando a balancearse conmigo sintiéndola sonreír contra mi hombro.

—No me puedo creer que este disfrutando de esta velada—dice.

—Yo tampoco—contesto con sinceridad—Supongo que esperaba que tuvieras algunos kilos de más, que tuvieras mal aliento o algo desagradable, pero...

—Siento haberte decepcionado—bromea.

Me echo hacia atrás para mirarla a los ojos

—Y yo siento que tengamos que andar de incognitos como si fuéramos una clase de ninjas en plena acción.

—No lo hagas, o tendría que lamentar el haberte besado para no bailar—dice.

—No me has besado solo para bailar.

Me mira con detenimiento.

—No—reconoce.

—Ni tampoco has dejado que te tocara por eso—digo.

—Es cierto lo he hecho porque lo deseaba—sonríe avergonzada.

Le miro la boca y ella me acaricia la nuca instándome a que me acerque siendo todo el estimulo que necesitaba para bajar mi cabeza y volver a besarla.

Entre sus brazos boca contra boca es fácil olvidarse de la prensa, de la gente, de mis tres amigos, de todo, dejándome llevar solo por el placer de sentirla.

Ella se aparta primero con un gesto tan abrumador como el mío. Damos un par de giros más en la pista de baile, sin decir una palabra, hasta que vemos que Stefan nos saluda desde una esquina del salón.

—Está preocupado por si te estás aprovechando de mí—digo.

— ¿Yo? ¿Aprovechándome de ti? ¿No tendría que ser todo lo contrario? —pregunta fingiendo que esta ofendida.

—Bueno, Stefan es así capaz de imaginarse cualquier locura—digo.

—Si tú lo dices...

Suelto una carcajada.

— ¿Si yo lo digo? ¿Quieres aprovecharte de mi Marina?

SeducemeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora