S33

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—Perdona el retraso—se disculpa parándose frente a frente, demasiado cerca ojos contra ojos, sonrisa contra sonrisa—No estoy acostumbrado a los despertadores ni a los madrugones—dice haciendo una mueca.

—No te preocupes a Jessica ya la conoces y este es mi tío Red—lo presento.

Lo saluda con un apretón de manos y un medio abrazo.

— ¿Estás seguro de que quieres hacer esto, Alberto?—le pregunto mirándolo preocupada.

—Estoy seguro—asiente.

—Pero...—me coloca un dedo en mis labios.

—Quiero hacer esto y quiero estar aquí contigo—sonríe.

Siento que se me dibuja una sonrisa tonta en la boca, y Alberto me acaricia los labios antes de apartar la mano y volver a mirar las olas y a los pocos surfistas que hay en el agua. Tengo unas tremendas ganas de abrazarlo y de sentir los fuertes brazos de Alberto rodeándome.

—Bueno—dice—vamos allá.

— ¿Por qué no haces antes algún ejercicio de calentamiento? —sugiero—Asi evitaras que te den tirones.

Cuando termina el calentamiento lo llevo con las tablas. Jessica y Red continúan sentados al lado de Stefan que ha vuelto de su sesión de fotos.

Alberto le sonríe a su amigo.

— ¿No vas a...?

—No les hables—lo interrumpo—A ninguno de los tres, están castigados. Toma tu tabla—le pido—Lo ideal sería que fuera un poquito más larga, pero esta es la más grande que he podido conseguir. Te quedará un poco corta, pero es bastante ancha, está recién lavada y es suave, lo cual hace que con ella sea más fácil aprender.

—De acuerdo—Alberto carga la tabla hasta la orilla.

— ¿Qué tal tu rodilla? —pregunto.

—Mejor—dice.

—Sé que puedes nadar, pero si tienes algún problema, estaré allí—el sonríe.

—Me gusta cómo suena eso—contesta.

La forma en que la me mira es mortal para mis neuronas. Encima esta mañana está muy atractivo. Más. Hay algo en él que cada vez que lo veo lo hace estar más y más guapo.

— ¿Ves la correa? —Digo después—Tienes que tenerla atada al tobillo para no asesinar a nadie sin querer. No es fácil ver a tiempo las tablas perdidas.

—No perder la tabla—repite el asintiendo.

Me muero por dejar las tablas a un lado cogerlo de la nuca y besarlo pero no es el momento ni el lugar, estamos aquí para aprender a hacer surf.

—Y el agua puede parecer muy tranquila pero hay corrientes peligrosas bajo la superficie, así que ten cuidado. Si quedas atrapado en una, nada en paralelo a la orilla hasta que consigas salir.

Me siento como una mama enseñándole a su hijo a nadar por primera vez.

—Entendido. ¿Algo más? —pregunta.

—No hagas ninguna estupidez, ni trates de llamar mi atención—digo.

—Eso también lo entiendo.

Lo miro quitarse la sudadera y desnudar su magnífico torso moreno. El bañador le queda ligeramente grande colgándole ligeramente por la cadera.

—Vamos—digo.

Tomo mi tabla de surf y cuando empiezo a entrar al agua recuerdo que aun tengo mi sudadera puesta, me la quito arrojándosela a Jessica.

—Antes de empezar a remar, mira siempre a los otros surfistas para ver por donde conviene entrar en el agua.

—Si como usted diga profe—ríe.

Pienso que me está tomando el pelo pero cuando lo miro a sus lindos ojos lo único que veo es una sonrisa acompañada de una expresión de verdadera felicidad por estar aquí o conmigo, no lo sé. A mi pesar también sonrió.

—Para remar, túmbate boca abajo en la tabla, con la proa justo encima de la superficie. Usa los brazos como remos por los lados, así—me acuesto en la tabla y empiezo a remar— ¿Ves?

—Ya creo que lo veo—dice mirándome el trasero.

— ¡Alberto! —Lo reprendo entre risas—Hablo en serio.

—Y yo, mira—se pone en posición y maneja su tabla con mucha facilidad.

Remamos juntos, a mitad de camino se me ocurre pensar en lo mucho que me estoy divirtiendo y lo pronto que se acabara todo. Tengo que pensar, porque siempre se termina y por lo general es por decisión mía.

SeducemeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora