S25

10.9K 689 9
                                    

La feria bulle con la actividad previa a la apertura.

—Lo decía en serio—dice Alberto desde donde estamos.

Rio. Hay docenas de juegos en los que se puede perder tanto dinero como se quiera, y más. Hay puestos de artesanía y una amplia variedad de ofertas gastronómicas y al final, un escenario. Caminando a nuestro puesto, Alberto ha tenido que detenerse a firmar autógrafos y, aunque lo hace de buen grado, evade las preguntas personales, tan reservado como siempre.

La música llena el aire y me descubro sonriendo con anticipación y entusiasmo cuando veo el sitio que nos ha tocado. Es un enorme depósito de agua con un asiento encima, que parece un trampolín y encima esta el lugar al que hay que lanzar las pelotas. Cuando una de en el blanco, el asiento se caerá.

—Mira el lado positivo, Alberto. Hay que tirar desde muy lejos, y el blanco es muy pequeño. Ningún niño le va a dar. Nos pasaremos el día secos.

— ¿Sí? ¿Por qué no vas y lo compruebas? De hecho, yo seré el primero en lanzar, sólo para asegurarnos.

—Oh no—contesto entre risas—Debes ir tu primero.

— ¿Y eso porque? —pregunta curioso.

Me muero por ver si esta igual de guapo mojado a plena luz del día como lo está de noche a la luz de la luna.

—Para comprobar que es seguro—digo en un arrebato de brillantez.

El ríe con complicidad y cuando suena su celular contesta.

— ¿Ahora qué pasa Stefan? ¿No nos hemos visto hace tres minutos en la entrada? —Pregunta con fastidio— ¿Qué necesitas que me coloque en ese asiento? Genial, gracias. Sí, sí, yo también lo hago con buena intención, pero como acabe empapado me las pagarás—Alberto termina la llamada guardando su celular en el bolsillo y mira el enorme barreño con terror.

No puedo contener la risa.

—Creí que no le tenías miedo al agua—digo.

El se quita los zapatos y los pantalones debajo de los cuales lleva un bañador azul.

—No le tengo miedo a nada— dice quitándose la camiseta.

Tengo que hacer un esfuerzo para no tragarme la lengua. Como he comprobado la semana anterior, el chico sigue teniendo aquel abdomen tan plano y fibroso. He estado leyendo mucho sobre su trayectoria profesional. Ha sido uno de los mejores en 'The X Factor', hasta que llegó la hora de meterse de lleno en el trabajo y seguir con 'Black Stone Cherry' para conseguir sacar su primer disco. Alberto asegura no tenerle miedo a nada, pero sé que no es cierto, porque me lo ha dicho.

—Salvo el compromiso—le recuerdo—Te da miedo el compromiso afectivo.

Me tira su camisa en la cara. Me la quito después de embriagarme de su delicioso perfume. Alberto arquea una ceja.

Levanto la cabeza.

—Muy bien—dice— A ninguno de los dos nos gusta reconocer que tenemos miedo. Somos grandes, fuertes y con una superficie impenetrable—camina hacia la escalera que conduce al asiento colgante— Pero apuesto tu bonito trasero a que mi superficie impenetrable se congelará si alguien consigue dar en el blanco.

Contengo la risa al ver la cara que pone mientras se sienta; parece que prefiere que lo torturen a tener que estar aquí.

—No te preocupes. Estoy segura de que el agua no está tan fría—lo animo.

—Me aseguraré de que lo compruebes—dice.

Alberto mira a la multitud que se abalanza desde la puerta principal. En menos de un minuto, hay una larga fila de niños ansiosos por tirar a Alberto al agua.

En secreto espero que alguno lo consiga. Deseo ver ese cuerpo perfecto mojado y reluciente. Me he dado cuenta de que esto es lo más merecido de ver en todo el planeta.

La primera en intentarlo es una niña de unos siete años, de inmediato le cambió los billetes por dos pelotas pequeñas.

—Tíralo—digo—Está deseando darse un chapuzón.

La niña falla el primer lanzamiento, se muerde el labio inferior y me mira con los ojos llenos de determinación.

—Lo quiero hundir—dice.

—Inténtalo de nuevo—digo señalándole el punto blanco.

—Eh—protesta él.

Lo miro sonriendo divertida.

La pequeña vuelve a fallar y me parece haber oído a Alberto suspirar de alivio.

El siguiente de la fila es un adolescente que parece tener un buen brazo. Le doy las dos pelotas correspondientes y lo animo a derribar a Alberto.

—Lo haré—promete.

SeducemeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora