— ¿A qué hora actúan, Alberto? —Pregunta alguien— ¿Qué van a tocar?
El suspira y me aprieta la mano.
—-Perdona, pero tengo que decirles algo o no nos dejaran solos—dice antes de volverse a hablar con el grupo de periodistas que nos seguían—Dentro de poco Stefan, Marco, Alex y yo subiremos al escenario—sonríe soportando estoicamente el acoso de las cámaras—Pero no puedo decirles que canción vamos a interpretar. Se perdería el factor sorpresa—Sonríe mostrando sus blanquecinos dientes, deja que le hagan varias fotos y después se da la vuelta.
Avanzo con él, imaginando como ha cambiado su vida desde que se ha hecho famoso. Por la forma en que tiene que eludir a la multitud, se puede pensar que no ha cambiado mucho, o que si lo ha hecho, y sabe soportar el peso de la fama. No le gusta tener la prensa a su alrededor ni quiere llamar la atención. Hay algo enternecedor en su actitud. Y en tan solo mirarlo también puedes darte cuenta de eso. Su cuerpo delgado, sus preciosos ojos miel, su nariz, sus labios, la cuidadosidad con la que sujeta mi mano.
En medio del salón el respira profundamente y cuando se acercan unos invitados hacia nosotros les estrecha la mano calurosamente.
—Es genial ser una estrella ¿verdad? —le pregunta uno.
—Si—contesta tratando de ser lo mayor cortes posible.
Un chico de diecinueve años que se comporta como los mayores como si el también fuera uno y no un simple adolescente de diecinueve, es digno de admirar— ¿Qué tal va la noche?
Se oyen murmullos y después uno le dice.
— ¿Cómo lo llevas? ¿La fama, las chicas?
—Bien, bien... Por cierto ¿alguno de ustedes ha visto a Stefan? Tengo que decirle algo importante.
Me maravillo al ver la habilidad con que evita hablar de su vida privada y me pregunto cómo puede un chico, tan reservado como parece ser Alberto lidiar con semejante presión pública.
Al cabo de unos minutos Alberto se disculpa y me lleva a otra parte del gigantesco comedor.
Un camarero nos ofrecen champán y el toma dos copas, me da una a mí y tras un largo suspiro propone un brindis.
—Porque esta noche de pesadilla se convierta en un sueño agradable.
—Lo siento pero... No bebo—estiro el brazo para dejar la copa de nuevo en la bandeja que sujeta el camarero, pero Alberto se interpone en medio.
—Está bien, no hace falta que bebas si no quieres—dice—Pero...
—Entonces, puedo dejar la copa ¿no?
Alberto se da cuenta de que esta en medio del camarero y yo notando que ha sido una autentica estupidez. Me aparto le sonrió y dejo sobre la bandeja mi copa, el camarero se da la vuelta y se marcha.
—Hasta ahora no ha estado tan mal—comento mirando a mi alrededor mientras Alberto da un trago a su champan.
—Es verdad—reconoce después de dejar que el liquido recorra su garganta regalándome una sonrisa sincera—Lo hemos hecho bien y creo que la mayoría de los periodistas se han ido después de las fotos, gracias por tener tanta paciencia.
Alrededor de nosotros la multitud se cierra un poco empujándome por inercia hacia él.
—Perdón—murmuro cuando he chocado con una pareja tratando de buscar un espacio vacío.
—Ven aquí—Alberto me toma de la cintura y me atrae de nuevo hacia el sintiendo el contacto intimo de mis caderas y el roce de mis senos contra su pecho.
La conexión me sacude como una descarga eléctrica y lo miro a los ojos.
Por el calor que hay en su mirada se que también ha sentido lo mismo.
Ya la química se va notando entre estos dos tórtolos, por un momento piensen que son los de multimedia.
PD: Que decirles que no lo sepan ya, soy una romántica cursi 100% 😍
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Seduceme
RomanceValía la pena romper todas esas reglas por un chico como él. Regla numero uno: Nada de citas a ciegas. Después de haberse enfrentado a muchas citas a ciegas obligada por sus amigas Marina Allier no está dispuesta a volver a tener otra cita a ciegas...