S13

13.5K 835 3
                                    

POV Marina 

Me muero de ganas por aprovecharme de él en este preciso instante pero lo cierto es que no lo conozco lo suficiente como para tener relaciones sexuales con él.

—Aun no lo he decidido—contesto con franqueza.

Alberto me sostiene la mirada y asiente lentamente.

—No querría precipitar esta decisión—dice.

—Gracias.

La música vuelve a cambiar y Alberto me hace girar por la pista a una velocidad vertiginosa.

— ¿Dónde has aprendido a hacer eso? —pregunto cuándo termina la canción.

—En el instituto, cuando no conseguía pareja mi hermana me obligaba a bailar con ella.

— ¿Cuándo no encontrabas pareja? —Enarco una ceja— ¿Y tu hermana te obligaba?

—Me espiaba y registraba todas mis cosas en un diario con el que me chantajeaba cuando era necesario, pero eso ya está olvidado.

—Me alegro, porque suena horrible—confieso.

—Deduzco que tú no tienes hermanos—dice.

—No—niego.

— ¿Y qué hay de tus padres? ¿Nunca bailaste con ellos?

Vacilo porque no sé qué decir detesto la compasión y no me gusta hablar de mis padres porque ya soy lo suficiente mayorcita como para que los chicos y el resto del mundo se den cuenta de que ya tengo una vida propia aunque aun no tenga la mayoría de edad requerida para hacer ciertas cosas. Por suerte antes de que pueda contestar una pareja choca con nosotros, la mujer va adornada de diamantes y el hombre que la acompaña sonríe con falsedad.

—El Gran Alberto Gritti—dice con veneración—Estas hecho un hombre.

—Gracias—contesta el.

—Tengo que llevarle tu autógrafo a mi hija—declara la mujer— ¿Me lo darías cuando termines de bailar?

—Por supuesto que sí.

Espero que se alejen.

—He notado que no eres muy amable cuando te lo propones—digo.

—No, solo me fastidia la gente que quiere cosas—frunce su ceño irritado.

—Esa pareja quería un autógrafo—lo reprendo.

—Sí, pero un autógrafo es fácil de dar, de los que tengo que cuidarme es de lo que quieren un trozo de mi alma. Pero olvida eso, estamos hablando de tus padres no de mi mal trato con las personas ¿Nunca te hicieron girar por el suelo de la cocina? —pregunta.

— ¿Pero que te ha dado con el tema de baile ahora? —ruedo los ojos.

—Nada—se encoge de hombros—Solo intento saber más de ti.

En este momento termina la canción, la gente comienza a hablar y unos cuantos fotógrafos se acercan a nosotros.

—Ay dios—protesta Alberto.

Siento una repentina necesidad de protegerlo siendo totalmente algo sin sentido porque él puede cuidarse solo pero aun así señalo las mesas. De inmediato el estomago se me encoge recordando que no he comido nada desde el desayuno.

—Comida—digo—La gente no querrá mirarte mientras comes, salvo que mastiques con la abierta claro.

El ríe.

—No suelo hacerlo—dice.

—Entonces, no hay problema—sonrió.

Nos acercamos al bufe y tomamos un plato cada uno, me acerco a las ensaladas sirviendo un poco de mi favorita la ensalada cesar acompañada de una rebanada de pan estilo banquete.

—Dime que vas a comer algo mas—me suplica.

—Voy a comer mucho más.

Más adelante me sirvo un trozo de filete y puré de papas.

—Menos mal—dice llenando su plato—Si solo comieras fruta tendría que arrojarte a los tiburones de la prensa.

SeducemeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora