S43

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POV Marina

Me concentro en sentir los brazos de Alberto a mi alrededor, en la forma tierna y protectora con que la me sujeta. En este momento no importa nada salvo lo que estamos compartiendo y para demostrarlo, lo besó apasionadamente, arrancándole un gemido tan masculino y sensual que intensifica el beso sólo para volver a oírlo.

Y él no me decepciona.

Sin lugar a dudas esto es lo que necesito. Necesito la fuerza y la pasión de Alberto, la manera en que siento cuando me abraza. Me aprieto contra él y le deslizó una mano por debajo de la camisa para acariciarle el pecho y el estómago.

Alberto se aparta un poco la camisa y vuelve a abrazarme.

—Tu mano...

—No me duele.

Me arqueo contra él y lo hago tumbarse para poder acostarme encima empezando a desabrocharle los vaqueros.

—No soy frágil—digo—No me voy a romper.

Con un nuevo gemido, Alberto me toma de las muñecas y me echa los brazos hacia atrás, teniendo especial cuidado con la mano herida.

—Espera un momento, Mar. No puedo pensar cuando me...

—No quiero que pienses—forcejeo hasta que me suelta.

—Ten cuidado —insiste él.

— ¿No me has oído? No me voy a romper. Te lo prometo.

Echo la cabeza hacia atrás. Sé que tengo los ojos llenos de orgullo y el corazón adolorido por lo que ha pasado esta noche pero tengo que hacer el amor con Alberto también se que puedo estar alterada por la necesidad, perturbada por mi falta de modestia, pero no lo estoy.

—Si no me deseas, basta con que lo digas—lo miro con incredulidad.

— ¿Bromeas? —pregunto.

Alberto me recorre con la mirada y desciende lentamente sobre mí, cubriéndome con su cuerpo, separándome las piernas para colocarse encima. Me toma de la cara, me besa con pasión y se aprieta contra mí para que sienta lo excitado que esta.

— ¿Notas eso? —Me susurra en los labios—Siente lo mucho que te deseo.

Arqueo mi espalda para sentirlo más.

— ¿Tienes proteccion? —pregunto.

Él alarga una mano, abre un cajón de la mesita y sacó uno. Mientras lo miro con ansiedad, tiró las toallas al suelo, se pone en pie y se quita los vaqueros. Es tan atractivo que no puedo quitarle los ojos de encima, Vuelve a acostarse junto a mí y empieza a besarme los senos.

—Eres tan hermosa—dice con ternura.

—No tanto como tu—La virilidad de su desnudez hace que me cueste respirar y que quiera probarlo.

Él suelta una carcajada.

—El cuerpo femenino es mucho más bonito. Hay mucho más para mirar —afirma acariciándome los pezones—Mucho más para tocar.

Siento las caricias, los dedos, la boca que se desliza hacia mi centro. Me estoy derritiendo, deshaciéndome de placer. Alberto me lame un pezón y levantó la vista para verlo endurecerse. Lo hace una y otra vez antes de introducírmelo en la boca.

No pudo evitar gemir y empujarme contra él. Mientras se dedica al otro seno, Alberto me desliza una mano hasta el pubis y me estremezco con anticipación.

Él sigue bajando la mano, aunque no lo suficiente.

—Alberto...—le rodeo la erección con los dedos y me excito aun mas al oírlo gemir complacido. Entonces el vuelve a besarme, a devorarme la boca pero sigue sin entrar en mi, sigue conteniéndose.

—No pares, por favor—le suplico.

—Tranquila, mi vida.

Me pone una mano en la rodilla, instándome a separar más las piernas, y luego desciende para hundirme la cabeza entre los muslos y hacerme esclava de su lengua. Lo tomó del pelo gimiendo complacida. Los sonidos que surgen de su garganta me habrían impresionado por su desenfreno de haber podido pensar, pero no puedo; sólo puedo reaccionar.

Cuando alcanzó el clímax me siento arrasada por el placer no puedo dejar de jadear; tengo la piel empapada de sudor y el pelo revuelto. Estoy hecha un desastre, y me encanta.

Alberto se incorpora y mirándome a los ojos se pone el preservativo. Lo observo incapaz de apartar la vista de esas manos que se deslizan por la erección más impresionante que he visto en mi vida. Creo que es demasiado para mi después del orgasmo, pero él se introduce en mi interior y me convence de que estoy equivocada.

Con los ojos cerrados y la cara transfigurada por el placer, Alberto me toma de las caderas y empieza a moverme. Gimo su nombre y me aferro a él, sintiendo que jamás había experimentado algo tan intenso, tan conmovedor, en mi vida.

Él sigue balanceando la pelvis, haciéndome temblar con cada movimiento. Entregada al momento, a él, me esfuerzo por mantener los ojos abiertos, pero no puedo.

 Entregada al momento, a él, me esfuerzo por mantener los ojos abiertos, pero no puedo

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POV Alberto.

Estimulado por los gemidos de Marina y llevado por mi propia necesidad aumentó gradualmente la velocidad hasta arrastrarla a un segundo orgasmo. Mientras ella se estremece de placer, gimo su nombre y la sigo hasta el abismo del éxtasis.

 Mientras ella se estremece de placer, gimo su nombre y la sigo hasta el abismo del éxtasis

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No tengo nada que decir el gif habla por si solo😳😂😍

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